Page 879 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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de  lo  falso.  Por  consiguiente,  la  suerte  del  maestro-iniciado  casi  siempre  es

  desdichada.  Pitágoras  fue  crucificado  e  incendiaron  su  universidad:  a  Hipatia  la
  hicieron  bajar  de  su  carro  y  la  descuartizaron;  el  recuerdo  de  Jacques  de  Molay

  sobrevive a las llamas que lo consumieron; Savonarola fue quemado en la plaza de

  Florencia:  a  Galileo  lo  obligaron  a  retractarse  de  rodillas;  Giordano  Bruno  fue

  quemado  por  la  Inquisición;  Roger  Bacon  se  vio  obligado  a  llevar  a  cabo  sus
  experimentos en la intimidad de su celda y a dejar su conocimiento oculto en clave;

  Dante Alighieri murió exiliado de la ciudad a la que amaba; Francis Bacon sobrellevó

  con paciencia el peso de la persecución; Cagliostro fue el hombre más vilipendiado de

  la  era  moderna:  todo  este  linaje  ilustre  da  fe  interminable  de  la  inhumanidad  del
  hombre con el hombre. El mundo siempre ha sido propenso a aclamar a los imbéciles

  y a calumniar a sus pensadores. De vez en cuando se producen excepciones notables,

  como  en  el  caso  del  conde  de  Saint  Germain,  un  filósofo  que  sobrevivió  a  sus
  inquisidores y que, gracias a la mera trascendencia de su genialidad, alcanzó un puesto

  de  relativa  inmunidad.  Sin  embargo,  ni  siquiera  tan  ilustre  conde  —cuyo  intelecto

  iluminado fue digno del homenaje del mundo— se libró de ser tildado de impostor,
  charlatán y aventurero. De esta larga lista de hombres y mujeres inmortales que han

  representado la Sabiduría Antigua ante el mundo, se han elegido tres como ejemplos

  destacados  para  estudiarlos  en  más  detalle:  la  primera  es  la  filósofa  más  ilustre  de

  todos los tiempos; el segundo es el hombre más calumniado y perseguido desde el
  comienzo  de  la  era  cristiana,  y  el  tercero  es  el  exponente  moderno  mejor  y  más

  brillante de aquella Sabiduría Antigua.





  Hipatia



  Desde la cátedra de filosofía que antes había ocupado su padre, el matemático Teón, la

  inmortal  Hipatia  fue  durante  muchos  años  la  figura  principal  de  la  escuela

  neoplatónica alejandrina. Famosa tanto por la profundidad de su saber como por el
  encanto de su personalidad, adorada por los habitantes de Alejandría y consultada con

  frecuencia por los magistrados de la ciudad, esta noble mujer destaca en las páginas de

  la historia como la más grande de los mártires paganos. Discípula particular del mago
  Plutarco y versada en las profundidades de la escuela platónica, Hipatia eclipsó con su

  argumentación y su estima pública a todos los defensores de las doctrinas cristianas

  del  norte  de  Egipto.  Aunque  sus  escritos  desaparecieron  cuando  los  musulmanes

  quemaron  la  biblioteca  de  Alejandría,  de  las  declaraciones  de  otros  autores
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