Page 880 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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contemporáneos se pueden extraer algunos indicios de su naturaleza. Resulta evidente
que Hipatia escribió un comentario sobre Las aritméticas de Diofante, otro sobre el
canon astronómico de Ptolomeo y otro más sobre el Tratado de las cónicas, de
Apolonio de Perga. Sinesio, obispo de Ptolemaida y gran amigo suyo, le escribió para
que lo ayudara a construir un astrolabio y un hidroscopio. Los eruditos de muchas
naciones reconocían la trascendencia de su intelecto y acudían en tropel a la academia
en la que ella enseñaba.
Varios escritores han atribuido a las enseñanzas de Hipatia un espíritu cristiano; en
realidad, ella disipó el velo de misterio del que se había rodeado el nuevo culto y
disertaba con tanta claridad sobre sus principios más complicados que muchos de los
nuevos conversos al cristianismo renunciaron a su fe para convertirse en discípulos
suyos, Hipatia no solo demostró de forma categórica el origen pagano del
cristianismo, sino que desenmascaró los supuestos milagros que los cristianos
proponían como muestra del favor divino al demostrar las leyes naturales que
controlaban tales fenómenos.
En aquella época, el patriarca de Alejandría era Cirilo, que posteriormente se hizo
famoso como fundador de la doctrina de la Trinidad cristiana y fue canonizado por su
fervor. Como veía en Hipatia una amenaza constante a la promulgación de la fe
cristiana, él fue, al menos de forma indirecta, la causa de su trágico fin. A pesar de
todos los esfuerzos posteriores por exonerarlo del estigma de su asesinato, no cabe
duda de que no hizo ningún esfuerzo por impedir aquel crimen tan inmundo y brutal.
El único atisbo de excusa que se podría ofrecer en su defensa es que, enceguecido por
el fanatismo, Cirilo consideraba a Hipatia una hechicera aliada del demonio. En
contraste con la excelencia general del resto de sus obras literarias, destaca la
descripción pueril que hace Charles Kingsley del carácter de Hipatia en su libro
homónimo. Sin excepción, las escasas referencias históricas a aquella filósofa virgen
dan fe de su virtud, su integridad y su devoción absoluta a los principios de la Verdad
y el Derecho.