Page 882 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 882

ha desaparecido como institución, ésta continúa viviendo como un espíritu y

         ahora domina las fuerzas que una vez buscaron destruirla. El método más
         seguro de perpetuar una idea es hacer un mártir de su primer promulgador,

         ya que en el corazón del hombre hay algo que reconoce y respeta el valor y

        la convicción de aquellos que mueren por sus principios. Muchas de las más

           grandes religiones y filosofías del mundo habrían dejado de existir si sus
             fundadores no hubiesen tenido un trágico fin. Aunque ahora solo está

         disponible la información más escasa con relación a su vida y enseñanzas,

       Hypatia sobresale en las páginas de la historia como la mujer que ha sufrido

            una de las muertes más crueles e indignantes a las que se ha sometido
                                                  cualquier mártir.








  Si  bien  es  cierto  que  se  puede  absolver  a  las  mejores  cabezas  de  la  cristiandad  de
  aquella  época  de  la  acusación  de  participes  criminis,  sin  lugar  a  dudas  el  odio

  implacable de Cirilo se contagió a los miembros más fanáticos de su fe, en particular a

  un grupo de monjes del desierto de Nitria, que, encabezados por Pedro el Lector, un
  hombre salvaje e ignorante, atacaron a Hipatia en plena calle, cuando se dirigía de la

  academia a su casa; hicieron bajar a la mujer indefensa de su carro y la condujeron al

  Cesáreo, donde la desnudaron y la golpearon con palos hasta matarla; a continuación
  la  despellejaron  con  conchas  de  ostras  y  llevaron  sus  restos  mutilados  a  un  lugar

  llamado Cinareo donde los quemaron hasta reducirlos a cenizas.

       Así  murió  en  el  año  415  la  mayor  iniciada  de  la  Antigüedad  y  con  ella  cayó

  también la escuela neoplatónica de Alejandría. Es probable que el recuerdo de Hipatia
  perdure  en  la  hagiolatría  de  la  Iglesia  católica  en  la  persona  de  santa  Catalina  de

  Alejandría.





  El conde de Cagliostro



  El  «divino»  Cagliostro,  en  un  momento  dado  el  ídolo  de  París  y  poco  después  un

  prisionero solitario en las mazmorras de la Inquisición, pasó como un meteorito por la

  faz  de  Francia.  Según  las  memorias  que  escribió  mientras  estuvo  confinado  en  la
  Bastilla, Alessandro Cagliostro nació en Malta de una familia noble pero desconocida.

  Se  crió  y  estudió  en  Arabia  bajo  la  tutela  de  Altotas,  un  hombre  muy  versado  en

  diversas  ramas  de  la  filosofía  y  la  ciencia  y  también  un  maestro  de  las  artes
   877   878   879   880   881   882   883   884   885   886   887