Page 884 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Fue calificado de impostor y charlatán, decían que sus milagros eran juegos de manos
y hasta de su generosidad se sospechaba que tenía segundas intenciones: no cabe duda
de que el conde de Cagliostro ha sido la persona más calumniada de la historia
moderna. «La desconfianza —escribe W. R. H. Trowbridge— que siempre inspiran el
misterio y la magia convinieron a Cagliostro, con su personalidad fantástica, en blanco
fácil de la calumnia. Tras haber sido acribillado a improperios hasta dejarlo
irreconocible, digamos que el prejuicio —hijo adoptivo de la calumnia— se dedicó a
lincharlo. Durante más de un centenar de años, su personalidad ha estado suspendida
de la horca de la infamia y los sbirri de la tradición han lanzado una maldición sobre
quienquiera que intentara bajarla de allí. Debe su fama a su destino. La historia no lo
recuerda tanto por lo que hizo sino, más bien, por lo que le hicieron.» [230]
Según la creencia popular, el verdadero nombre de Cagliostro era Giuseppe
Bálsamo y había nacido en Sicilia. Sin embargo, recientemente ha surgido la duda de
si esta creencia se ajusta a los hechos. Aún se podría demostrar, al menos en parte,
que las diatribas acumuladas contra el desdichado conde iban dirigidas al hombre
equivocado. Giuseppe Bálsamo nació en 1743 de padres honrados, pero humildes.
Desde su infancia manifestó tendencias egoístas, despreciables e incluso criminales y,
tras una serie de aventuras, desapareció. Trowbridge (loco citato) presenta pruebas
suficientes de que Cagliostro no era Giuseppe Bálsamo, con lo cual se deshace de la
peor acusación contra él. Tras haber pasado seis meses en prisión en la Bastilla,
Cagliostro fue exonerado en el juicio de cualquier implicación en el robo del famoso
«collar de la reina» y más adelante se demostró que en realidad había advertido al
cardenal de Rohan del delito que se cometería. No obstante, a pesar de que el tribunal
francés lo declaró inocente, con la intención de vilipendiar a Cagliostro, un pintor más
talentoso que inteligente pintó un cuadro en el que aparecía con el collar fatídico en la
mano. El juicio a Cagliostro ha sido llamado el prólogo de la Revolución francesa. La
intensa animadversión contra María Antonieta y Luis XVI que originó aquel juicio
estalló después como el desastre del reinado del terror. En su folleto titulado
Cagliostro and His Egyptian Rite of Freemasonry, Henry R. Evans también defiende
con habilidad a aquel hombre tan perseguido de las infamias vinculadas injustamente
con su nombre.
Quienes han investigado con sinceridad los hechos en torno a la vida y la
misteriosa «muerte» de Cagliostro defienden la opinión de que las mentiras que
circulaban en su contra pueden tener su origen en las maquinaciones de la