Page 876 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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XLVI





                               LOS MISTERIOS Y SUS EMISARIOS





  Aquel  conocimiento  divino  que  constituía  el  bien  supremo  de  la  clase  sacerdotal
  pagana, ¿sobrevivió a la destrucción de sus templos? ¿Sigue estando al alcance de la

  humanidad o yace enterrado bajo la hojarasca de los siglos, sepultado dentro de los

  mismos santuarios que en otro tiempo se iluminaron con su esplendor? «En Egipto —
  escribe  Orígenes—,  los  filósofos  poseen  un  conocimiento  sublime  y  secreto  con

  respecto a la naturaleza de Dios». ¿Qué quería decir Juliano cuando hablaba de las

  iniciaciones secretas en los Misterios sagrados del Dios de siete rayos, que elevaba las

  almas  a  la  salvación  a  través  de  Su  propia  naturaleza?  ¿Quiénes  eran  los  benditos
  teúrgos que conocían aquellas profundidades sobre las cuales Juliano no se atrevía a

  hablar? Si aquella doctrina privada siempre se ocultó a las masas, para las cuales se

  había inventado un código más sencillo, ¿no es bastante probable que los exponentes

  de todos los aspectos de la civilización moderna —el filosófico, el ético, el religioso y
  el científico— ignorasen el verdadero significado de las teorías y los principios en los

  que se basan sus creencias? Las artes y las ciencias que la raza humana ha heredado de

  naciones más antiguas, ¿ocultan tras su exterior agradable un misterio tan grande que
  solo el intelecto más iluminado consigue captar su trascendencia? Así es, sin duda.

       Para  apoyar  sus  afirmaciones,  Albert  Pike,  que  ha  reunido  pruebas  más  que

  suficientes  para  demostrar  la  excelencia  de  las  doctrinas  promulgadas  por  los

  Misterios,  cita  los  escritos  de  san  Clemente  de  Alejandría,  Platón,  Epícteto,  Proclo,
  Aristófanes  y  Cicerón,  todos  los  cuales  coinciden  en  alabar  los  elevados  ideales  de

  estas instituciones. Después del testimonio rotundo de expertos tan acreditados como

  estos, no cabe ninguna duda razonable de que los iniciados de Grecia, Egipto y otros

  países  antiguos  poseían  la  solución  correcta  para  los  grandes  problemas  culturales,
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