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parte, a una nociva tendencia natural que es una circunstancia atenuante
aceptable por Dios». (El Libro de Azhar hace remontar esta sentencia al
antiguo Taurah.)
Muad’Dib: «Tiende tu mano y toma lo que Dios te da; y cuando te sientas
saciado, alaba al Señor».
Biblia Católica Naranja: una paráfrasis con idéntico significado. (El Libro
de Azhar le da un sentido ligeramente distinto tomado del Primer Islam.)
Muad’Dib: «La ternura es el inicio de la crueldad».
Kitab al-Ibar de los Fremen: «El peso de la ternura de un Dios es
aterrador. ¿Acaso Dios no nos ha dado un sol que quema (Al-Lat)? ¿Acaso
Dios no nos ha dado las Madres de la Humedad (las Reverendas Madres)?
¿Acaso Dios no nos ha dado a Shaitán (Iblis, Satán)? ¿Y acaso no hemos
recibido de Shaitán el sufrimiento de la velocidad?».
(Este es el origen del dicho Fremen: «La velocidad viene de Shaitán.
Consideremos: por cada centenar de calorías producidas por el ejercicio (la
velocidad) el cuerpo evapora alrededor de seis onzas de sudor. La palabra
Fremen que significa transpiración es bakka, o sea lágrimas, y en cierto
sentido puede traducirse por «La esencia de la vida que Shaitán exprime de
vuestras almas».)
La llegada de Muad’Dib fue calificada como de «religiosamente tempestiva» por
Honeywell, pero la tempestividad tenía poco que ver con todo esto. Como dijo el
propio Muad’Dib: «Estoy aquí; así pues…».
Sin embargo, para comprender el influjo religioso de Muad’Dib, no hay que
perder nunca de vista un hecho: los Fremen eran un pueblo del desierto habituado
desde hacía generaciones a vivir en un ambiente hostil. No es difícil caer en el
Misticismo cuando cada instante de supervivencia debe ser duramente ganado.
«Estáis aquí, así pues…».
Con una tal tradición, el sufrimiento es aceptado: quizá como un castigo
inconsciente, pero aceptado de todos modos. Y hay que hacer notar que los rituales
Fremen liberan casi completamente los sentimientos de culpabilidad. Esto no era
necesariamente debido a que para ellos ley y religión fueran idénticos, haciendo de la
desobediencia un pecado. Seria más exacto decir que los Fremen se libraban
fácilmente de cualquier complejo de culpabilidad debido a que su propia
supervivencia cotidiana exigía decisiones brutales (a menudo mortales), que en un
medio menos hostil hubieran provocado en quienes las aplicaban sentimientos de
culpabilidad insoportables.
Esta sin duda fue una de las principales razones de la gran incidencia de las
supersticiones entre los Fremen (aún sin tener en cuenta la contribución de la
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