Page 534 - Dune
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humanidad. Los hombres miraron a sus dioses y sus rituales y vieron que ambos
estaban llenos de la más terrible de todas las ecuaciones: miedo más ambición.
Vacilantes, los jefes de las religiones cuyos seguidores habían vertido la sangre de
millones de sus semejantes se reunieron para intercambiar sus puntos de vista. Era un
movimiento animado por la Cofradía Espacial, que había comenzado a detentar el
monopolio sobre los viajes interestelares, y por la Bene Gesserit, que llamaba hacia sí
a las brujas.
Estas primeras reuniones ecuménicas iniciaron dos importantes desarrollos:
1. El reconocimiento de que todas las religiones tienen al menos un mandamiento
común: «No desfigurarás el alma».
2. La Comisión de Traductores Ecuménicos. La C.T.E. se reunió en una isla neutral
de la Vieja Tierra, cuna de las religiones madres. Se reunieron «en la común
convicción de la existencia de una Esencia Divina en el universo». Cada
confesión que poseyera al menos un millón de seguidores estaba representada y,
sorprendentemente, llegaron al acuerdo inmediato de una declaración de
finalidades comunes: «Estamos aquí para eliminar una de las grandes armas de
manos de las religiones en disputa: la pretensión de ser los poseedores de la
auténtica, la única revelación».
El júbilo ante este «signo de profundo acuerdo» se reveló prematuro. Durante más
de un año estándar, esta declaración fue la única proclamada por la C.T.E. La gente
empezó a hablar amargamente del retraso. Los trovadores compusieron canciones
mordaces acerca de los ciento veintiún «Viejos Chiflados», como terminaron por ser
apoyados los delegados de la C.T.E. Una de las canciones, «Brown descansa», se
puso de moda en diversas ocasiones y es popular aún hoy en día:
Míralo bien,
Brown descansa… y
la tragedia
le rodea por todas partes.
¡Chiflado! ¡Todos ellos chiflados!
Están cansados… tan cansados…
Todos los días discutir lo mismo.
Sólo hay tiempo para una cosa,
¡escuchar la hora del Señor Bocadillo!
Ocasionalmente se filtraron rumores de las sesiones de la C.T.E. Se decía que se
comparaban textos e, irresponsablemente, disturbios antiecuménicos y, naturalmente,
inspiraban nuevas chanzas.
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