Page 531 - Dune
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aparato digestivo, con sus enormes concentraciones de aldehídos y ácidos, era una
gigantesca fuente de oxígeno. Un gusano de tamaño medio (unos 200 metros de
largo) descargaba en la atmósfera tanta cantidad de oxígeno como la fotosíntesis de
diez kilómetros cuadrados de vegetación.
Había que tener en cuenta también la Cofradía. La tasa de especia que se
entregaba a la Cofradía para que ningún satélite meteorológico o cualquier otro tipo
de aparato de observación se instalara en el cielo de Arrakis había alcanzado enormes
proporciones.
Tampoco se podía ignorar a los Fremen. Especialmente los Fremen, con sus
trampas de viento y sus irregulares territorios organizados alrededor de sus
abastecimientos de agua; los Fremen con su nueva cultura ecológica y su sueño de
transformar cíclicamente vastas áreas de Arrakis, primero en praderas, luego en
bosques.
De los gráficos emergió un resultado. Kynes lo informó. El tres por ciento. Si
conseguían obtener que el tres por ciento de las plantas verdes de Arrakis
contribuyeran a la formación de compuestos de carbono, alcanzarían un ciclo
autosuficiente.
—¿Pero en cuánto tiempo? —preguntaron los Fremen.
—Oh, eso: alrededor de trescientos cincuenta años.
Así, era cierto lo que aquel umma había dicho al principio: la cosa no ocurriría en
el tiempo de vida de ninguno de ellos, ni en el tiempo de vida de ninguno de sus
descendientes a lo largo de ocho generaciones, pero ocurriría.
El trabajo continuó: edificando, plantando, excavando, adiestrando a los niños.
Kynes-el-Umma murió en el derrumbe de la Depresión de Yeso. Su hijo, Liet-
Kynes, tenía entonces diecinueve años, un auténtico Fremen caballero de la arena que
había matado a más de cien Harkonnen. El contrato Imperial, que el viejo Kynes
había pedido para su hijo, le fue transmitido normalmente de acuerdo con la rígida
estructura de clases que funcionaba en Arrakis. El hijo había sido adiestrado en la
escuela del padre.
En aquel tiempo el camino estaba trazado, y los ecólogos Fremen tan sólo tenían
que seguirlo. Liet-Kynes sólo tenía que observarlos y no perder de vista a los
Harkonnen… hasta el día en que el planeta se vio afligido por un Héroe.
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