Page 526 - Dune
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Cualquiera puede matar Harkonnen. Incluso yo los he matado.
               ¿Pero y su hablar de la fertilización de Arrakis?
               Muy sencillo: ¿dónde está el agua para ello?

               ¡Dice que está aquí! Y ha salvado a tres de los nuestros.
               ¡Ha salvado a tres idiotas que se habían cruzado en el camino de los Harkonnen!
           ¡Y ha visto los crys!

               La  necesaria  decisión  fue  conocida  ya  muchas  horas  antes  de  que  fuera
           pronunciada. El tau de un sietch dice a sus miembros lo que deben hacer; incluso las
           más  brutales  necesidades.  Fue  enviado  un  guerrero  experto  con  un  cuchillo

           consagrado para realizar la tarea. Dos maestros de agua le siguieron para recoger el
           agua del cuerpo. Una brutal necesidad.
               Es dudoso que Kynes se diera cuenta de la existencia de aquel ejecutor. Estaba

           hablándole  a  un  grupo  de  gente  reunida  a  su  alrededor  a  prudente  distancia.
           Caminaba mientras hablaba, trazando círculos, gesticulando. Agua al aire libre, decía

           Kynes. Caminar a cielo abierto sin destiltrajes. ¡Agua para bañarse en estanques al
           aire libre! ¡Portyguls!
               El hombre del cuchillo le hizo frente.
               —Apártate —dijo Kynes, y siguió hablando de trampas de viento ocultas. Rozó al

           hombre al pasar por su lado. La espalda de Kynes se ofreció, inerme, al golpe ritual.
               Nunca se sabrá lo que ocurrió entonces en la mente del ejecutor. ¿Quizá terminó

           por escuchar las palabras de Kynes y creyó en ellas? ¿Quién sabe? Pero todos saben
           lo  que  hizo,  porque  ha  quedado  dicho.  Su  nombre  era  Uliet,  el  Viejo  Liet.  Uliet
           avanzó tres pasos y deliberadamente cayó sobre su propio cuchillo, «eliminándose» a
           sí mismo. ¿Suicidio? Algunos dicen que obró guiado por Shai-Hulud.

               ¡Hablad de presagios!
               Desde aquel instante. Kynes sólo tuvo que mover un dedo y decir:

               —Venid aquí.
               Tribus  enteras  de  Fremen  acudieron.  Murieron  hombres,  murieron  mujeres,
           murieron niños. Pero acudieron.
               Kynes  volvió  a  sus  trabajos  Imperiales,  dirigiendo  las  Estaciones  Biológicas

           Experimentales.  Y  los  Fremen  comenzaron  a  aparecer  entre  el  personal  de  las
           Estaciones. Los Fremen miraron a su alrededor. Se dieron cuenta de que se estaban

           infiltrando en el «sistema», una posibilidad que nunca habían considerado. Algunos
           instrumentos de las Estaciones empezaron a aparecer en las cavernas de los sietch…
           especialmente  cortadores  a  rayos,  que  eran  usados  para  ampliar  las  depresiones

           ocultas y cavar trampas de viento.
               El agua comenzó a recolectarse en las depresiones.
               Y  empezó  a  hacerse  evidente  a  los  Fremen  que  Kynes  no  era  un  hombre

           totalmente loco, tan sólo estaba lo suficientemente loco como para hacer de él un




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