Page 521 - Dune
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sabiduría y mirada penetrante. Y se dice con justicia que nadie es más duro en los
negocios que un Fremen. Ella verá a través de los ojos de su amor por mí y con el
pensamiento de nuestros futuros hijos que no la abandonarán. Escúchala.
Jessica adivinó los fríos cálculos que se escondían tras las palabras de su hijo y se
estremeció.
—¿Cuáles son tus instrucciones? —preguntó.
—Exijo como dote la totalidad de los intereses del Emperador en la Compañía
CHOAM —dijo.
—¿La totalidad? —Jessica tuvo dificultad en encontrar las palabras.
—Debe ser enteramente despojado. Quiero un condado y un directorio de la
CHOAM para Gurney Halleck, así como el feudo de Caladan. Títulos y poderes para
todos los supervivientes de entre los Atreides, hasta el más humilde soldado.
—¿Y para los Fremen? —preguntó Jessica.
—Los Fremen son cosa mía —dijo Paul—. Lo que reciban les será dado por
Muad’Dib. Y empezaremos con Stilgar como gobernador en Arrakis, pero esto puede
esperar.
—¿Y para mí? —preguntó Jessica.
—¿Hay algo que desees especialmente?
—Quizá Caladan —dijo ella, mirando a Gurney—. No estoy segura. Me he vuelto
demasiado parecida a los Fremen… y soy una Reverenda Madre. Necesito un tiempo
de paz y tranquilidad para reflexionar.
—Eso lo tendrás —dijo Paul—, y cualquier otra cosa que Gurney o yo podamos
darte.
Jessica asintió, sintiéndose repentinamente vieja y cansada. Miró a Chani.
—¿Y para la concubina real?
—Ningún titulo para mí —murmuró Chani—. Ninguno. Por favor.
Paul miró profundamente a sus ojos, recordándola de pronto como la había visto
en otras ocasiones, con el pequeño Leto en sus brazos, su hijo que había encontrado
la muerte en aquella violencia.
—Te juro —murmuró— que no necesitarás ningún título. Aquella mujer será mi
esposa y tú tan sólo una concubina porque esto es un asunto político y debemos sellar
la paz y aliarnos con las Grandes Casas del Landsraad. Las formalidades serán
respetadas. Pero aquella princesa no obtendrá de mí más que el nombre. Ningún hijo,
ninguna caricia, ninguna mirada, ningún instante de deseo.
—Dices eso ahora —murmuró Chani. Miró a la rubia princesa a través de la
estancia.
—¿Tan poco conoces a mi hijo? —susurró Jessica—. Mira a esa princesa
inmóvil, allí, tan orgullosa y segura de sí misma. Dicen que tiene pretensiones
literarias. Esperemos que puedan llenar su existencia, porque va a tener muy poca
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