Page 74 - Alejandro Casona
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teléfono. Habla mientras come su manzana.)
MAURICIO.
¡Hola! ¿Helena? Sí, claro que comprendí. ¿Alguna novedad? ¡Ajá!
Supongo que el "F-48" estará contento con esos dos barcos griegos:
¡su idioma predilecto! Pero, por favor, que no les hable a los
muchachos del Partenón. Por aquí, espléndido; salvo la primera
noche, que hubo sus tropiezos, todo sobre ruedas. La abuela, un
encanto; si uno pudiera elegir yo no elegiría otra. ¿Quién, Isabel?
Feliz y progresando día por día; va a ser una colaboradora excelente.
Por ella aquí nos quedaríamos toda la vida, pero ha llegado la hora de
echar este telón. Prepáreme un cable del Canadá con el siguiente
texto: "Aprobado oficialmente proyecto casas baratas barriada obrera
urge presencia inmediata". Firma... Hámilton. Repita. De acuerdo.
Hágamelo llegar mañana temprano. Y para la tarde dos falsos pasajes
de avión. Nada más. Gracias, Helena. Hasta mañana. (Cuelga y sale
hacia el jardín silbando su canción. Por izquierda entra la Abuela,
nerviosa, seguida por Genoveva.)
ABUELA y GENOVEVA
ABUELA.
No, no, Genoveva, no puede ser; por más vueltas que le doy no
acaba de entrarme en la cabeza. ¿Está usted segura?
GENOVEVA.
Tampoco yo quería creerlo; pero cuando le digo que lo he visto con
mis propios ojos.
ABUELA.
¿Por qué no me avisó antes?
GENOVEVA.
La verdad, no me atreví; son cosas tan delicadas. Si la señora no me
hubiera acorralado a preguntas, nunca habría dicho una palabra.
ABUELA.
Mal hecho; hay que poner eso en claro de una vez, y cuanto antes
mejor.
GENOVEVA.
¿Y si fuera yo la que está equivocada?
ABUELA.
No sería usted sola. También yo he ido atando cabos todos estos