Page 77 - Alejandro Casona
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¡Pero no, abuela! ¿Cómo puede ni pensarlo siquiera?
ABUELA.
¿No tendría motivos?
ISABEL.
Ninguno. Simplemente lo que pasa es que por la ventana del jardín
entran mosquitos. Mauricio no puede resistirlos.
ABUELA.
¿Y tú sí? ¿Qué matrimonio es éste que se deja separar por un
mosquito?
ISABEL.
No era uno, ni dos, ni tres. ¡Era una plaga!
ABUELA.
¡Ni aún así! ¡Cuando yo tenía tu edad no me hubieran separado de mi
marido ni las diez plagas de Egipto! Tienes que prometerme que no
volverá a ocurrir.
ISABEL.
Pierda cuidado. ¿Pero qué importancia tiene una separación de
momento?
ABUELA.
No es un momento lo que me preocupa; son todos los minutos de
toda la vida. Cuando se llega a mi edad ya no hay más felicidad
posible que presenciar la de los otros; y sería muy triste que por
verme feliz a mí estuvierais fingiendo algo que no sentís.
ISABEL.
¿Ha llegado a pensar que Mauricio y yo no nos queremos?
ABUELA.
Delante de mí, demasiado; pero después... Ayer cuando tomabais el
té en el jardín yo estaba en la ventana. Ni una mirada ni una palabra
entre los dos; él pensando en sus cosas, tú revolviendo tu té con los
ojos bajos. Cuando fuiste a tomarlo ya estaba frío.
ISABEL.
Un silencio no quiere decir nada. Hay tantas maneras de estar juntos
un hombre y una mujer.
ABUELA.
¿Podrías jurarme, con la mano en el corazón, que eres
completamente feliz?