Page 13 - Diálogos
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Appassionata
Fría. La noche se mostraba sin estrellas, nubes o
ruidos. Solo un escalofrío de febrero (o marzo, ¿tal
vez?) recorría las líneas de ese Shadow '92 que
aparcaba bajo la única farola de la calle. La luz le
daba al auto inmóvil un aire apacible, tranquilo, que
ocultaba sus miseras y golpes. Máquina vieja, de car-
casa rayada y doliente, con mil historias que contar y
unas nuevas por empezar.
La tenue sombra de dos enamorados que caminan
tomados de la mano se acerca, por los adoquines
rojos e imperfectos. Adoquines manchados y lisos, ahí
donde los zapatos de los caminantes han dejado huella.
Debajo de un árbol, un beso. Frente a ellos, un mural
que representa la hispanidad. A su izquierda, una
iglesia barroca, hermosa, con su fachada gastada por
tantos años expuesta al aire, la lluvia y los desechos
de los pájaros. Y así, rodeados de una ciudad desierta,
los dos entrelazan las manos, bajo ese frío que quiere
calar los huesos, pero no sé acerca ni un poco a lo
que quema en sus corazones.
Llegan a la puerta del copiloto y se funden, abrazan
y desesperan. La empuja sobre la ventanilla, la toma
de la cintura y sus labios recorren ese cuello tan
sediento de amor. No importa el tiempo, la noche o
la soledad. Solo de ellos es este momento. La besa
como nunca había besado a nadie. Sus labios muer-
den, saborean, la lengua recorre cada diente antes de
buscar la de ella. Disfrutan de ese elixir, que revive
cada poro, aleja los pensamientos y deja solo los
sentimientos a flor de piel. El éxtasis es tanto, que las
manos nerviosas buscan y abren, arrancan y se de-
tienen.
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