Page 67 - Cartas a Jóvenes Enamorados (1987)
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La pornografia y la mente




                    Muchos jóvenes están ansiosos de obtener libros. Leen todo
               lo que cae en sus manos. Las historias excitantes de amor y las
               imágenes impuras tienen una influencia corruptora. Las novelas son
               ansiosamente leídas por muchos, y como resultado, su imaginación
               se contamina. Circulan frecuentemente para la venta fotografías de

               mujeres desnudas.
                    Vivimos en una época en que la corrupción surge por todas
               partes. La concupiscencia de los ojos y las pasiones corruptas se
               despiertan por la contemplación y por la lectura. El corazón se co-
               rrompe por medio de la imaginación. La mente se complace en

               contemplar escenas que despiertan las pasiones más bajas y viles.
               Estas imágenes viles, vistas a través de una imaginación contami- [61]
               nada, corrompen la moral y preparan a los individuos engañados e
               infatuados para que den rienda suelta a pasiones concupiscentes.
                    Evítese la lectura y la contemplación de cosas que sugieran pen-
               samientos impuros. Cultívense las facultades morales e intelectuales.

               No se permita que estas nobles facultades se debiliten y perviertan
               por demasiada lectura aun de libros de historias.       9.
                    Satanás ha descendido con gran poder para obrar sus engaños.
               Ocupa la mente e imaginación con cosas impuras e ilegítimas. Los
               cristianos llegan a ser como Cristo en carácter contemplando al

               Modelo divino. Aquello con lo cual entran en contacto tiene una
               influencia modeladora sobre su vida y carácter. Leí cierta vez de un
               pintor que nunca contemplaba una pintura imperfecta ni siquiera
               por un solo momento, debido a que podría tener una influencia
               deteriorante sobre su propio ojo y concepciones. Aquello que nos
               permitimos mirar con más frecuencia, y en lo que más pensamos, se

               transfiere en gran medida sobre nosotros.        10.                             [62]










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