Page 16 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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6                TRAYECTORIA  HISTORICA  DE  GRECIA

      mos  altares  y  sentían  latir  sus  pechos  de  entusiasmo  ante  los  mismos  cantos
       comunes.
           Cantos  que,  en  sus  innumerables  mitos  y  leyendas,  en  las  hazañas,  las  emi­
       graciones y las luchas de  sus  padres,  evocaban  ante ellos  la  imagen  de  lo  que  eran
       ellos  mismos,  sobre  todo  en  las  que  tenían  por  las  más  bellas  y  más  acariciadas
       de  las  aventuras:  las  de  sus  expediciones  hacia  tierras  de  oriente.  Aquellos  mitos
       les  hacían  volver  constantemente  los  ojos  anhelantes  hacia  el  cielo  oriental.  Del
      oriente  rapta  Zeus  a  la  hija  del  rey  de  Sidón  que  da  su  nombre  a  Europa.  Ha­
       cia oriente va lo para poder abrazar al dios de los helenos, libre  de los celos  de He­
      ra, que le impedían acercarse a él en el suelo patrio.  Helen quiere llegar al oriente,
       sobre  su  carnero  del  vellocino  de  oro,  para  encontrar  allí  la  paz,  pero  se  hunde
       en  el  mar  antes  de  alcanzar  la  cercana  orilla.  Luego,  los  argonautas  salen  para
      rescatar  el  vellocino  de  oro  de  los  bosques  de  la  Cólquida;  es  la  primera  gran
       expedición  heroica  hacia  tierras  de  oriente,  pero  con  los  héroes,  a  su  retorno,
      viene  Medea,  la  hechicera,  que  siembra  las  semillas  del  odio  y  del  crimen  entre
      las  casas  reinantes  de  la  Hélade,  hasta  que  huye  a  refugiarse  en  su  tierra  natal,
       entre los medas,  deshonrada  y repudiada  por el  héroe  ateniense.
          Tras  la  expedición  de  los  argonautas  viene  una  segunda  campaña  heroica,
      la  guerra  patria  contra  Tebas,  triste  presagio  del  odio  y  las  luchas  fratricidas
      que  habían  de  desgarrar  a  la  Hélade.  Layo,  llevado  de  su  fatal  ofuscación,  obra
       contra  el  oráculo  del  dios  y  engendra  un  hijo  y  este  hijo,  Edipo,  ignorante  de
      quiénes  son  sus  padres  y  su  patria,  consulta  al  dios;  retorna  a  su  tierra  natal,  en
      busca  de la  extranjera,  asesina  a  su  padre,  se  casa  con  su  propia  madre,  a  la  que
      no  conoce,  y  reina  en  la  ciudad,  después  de  haber  descifrado,  para  desdicha
      suya,  el  enigma  de la  esfinge  homicida.  Al  darse  cuenta  de  su  horrendo  crimen,
      se  saca  los  ojos,  se  maldice  a  sí  mismo  y  maldice  su  linaje  y  su  ciudad  y  el
      destino  se  apresura  a  consumar  sus  votos:  el  hermano  asesina  al  hermano,  los
      epígonos  vengan  la  muerte  de  sus  padres  y  un  montón  de  escombros  acaba  cu­
      briendo los lugares que fueron escenario  de un triple y cuádruple crimen  nefando.
          De  este  modo,  entre  infamias  y  asesinatos,  va  acercándose  a  su  fin  la  época
      heroica.  Los  hijos  de  los  príncipes  que  se  han  disputado  la  mano  de  la  hermosa
      Elena  viven  placenteramente  en  su  hogar,  junto  a  su  esposa  y  sus  hijos,  sin
      luchar ya  contra los  gigantes y las  villanías.  Hasta  que los  heraldos  de  Agamenón
      llaman  a  la  expedición guerrera  contra  el  oriente,  recordando  el  juramento  hecho
      en  otro  tiempo  por los  pretendientes  de  Elena:  el  hijo  del  rey  de  Troya,  hospita­
      lariamente  acogido  en  su  palacio  por  Menelao,  se  ha  fijado  en  su  esposa,  la
      tan disputada.  Los príncipes  de Grecia parten  de la Aulia para el Asia, y con ellos
      sus  guerreros  y  sus  pueblos.  Se  suceden  varios  años  de  luchas  y  penalidades;  el
      valientes Aquiles ve  caer  a  Patroclo  y  no  descansa  hasta  dar  muerte  a  Héctor,  su
      matador,  y  llegar  a  los  muros  de  Troya;  allí,  sucumbe  él  mismo,  mortalmente
      herido por una  flecha de  Paris,  pero  este  hecho  hace inminente,  según  el  presagio
      del dios, la  caída  de  Troya.  La  ciudad  vencida  paga  ahora,  con  su  espantosa  des­
      trucción,  el  crimen  del  violador  de  los  sagrados  deberes  de  la  hospitalidad.  Los
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