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416 POLITICA INTERIOR DE ALEJANDRO
las artes verbales de los helenos, sólo la más joven de todas, la que aún florecía
con toda lozanía entre los contemporáneos, podía esforzarse en conquistar nuevas
formas, y la llamada elocuencia asiática, llena de adornos y fiorituras, constituye
uno de los fenómenos característicos de esta época.
En cambio, fué fecundísima la transformación por la que pasaron en este
período histórico las ciencias. Aristóteles había dado vida a aquel grandioso em
pirismo de que la ciencia necesitaba para llegar a dominar el acervo inmenso de
nuevos materiales que las campañas de Alejandro brindaban a todas las ramas
del saber humano. Alejandro, discípulo de Aristóteles e iniciado en todo lo que
habían aportado hasta entonces los estudios de los médicos, filósofos y retóricos
helénicos, conservó siempre un interés muy vivo por todos estos estudios; en sus
campañas le acompañaban siempre hombres de todas las ramas de la ciencia, en
cargados de observar, de investigar, de reunir materiales, de medir los nuevos
países y las calzadas principales de éstos. Comenzó también una nueva época
para los estudios históricos; ahora el historiador podía ya investigar sobre el te
rreno, podía comparar las leyendas de los pueblos con sus monumentos, sus desti
nos con sus costumbres, y pese a los innumerables errores y fábulas difundidos por
los llamados cronistas de Alejandro, no cabe duda de que es ahora cuando em
piezan a reunirse los materiales y cuando, por tanto, empieza también a perfilarse
el método para la gran investigación histórica y geográfica. Desde ciertos puntos
de vista, la ciencia helénica tenía algo que aprender directamente de los países
orientales, y las grandes tradiciones de la observación astronómica en Babilonia,
los importantes conocimientos de medicina que, al parecer, existían en la In
dia, los característicos conocimientos de anatomía y de mecánica que poseían los
sacerdotes del Egipto, adquirieron una significación nueva en manos de los inves
tigadores y pensadores helénicos. El desarrollo característico del espíritu helénico
presentaba la filosofía como suma y compendio de todo el saber humano; ahora
fueron emancipándose las distintas corrientes del conocimiento; empezaron a
desarrollarse las ciencias exactas, basadas en un empirismo independiente, mien
tras que la filosofía, en desacuerdo acerca de la relación entre el pensamiento y
la realidad, tan pronto consideraba que los fenómenos eran insuficientes para los
pensamientos como que el conocimiento lo era para los fenómenos.
Es lógico, por la naturaleza misma de la cosa, que la transformación de la
vida de los pueblos en lo moral, lo social y lo religioso se desarrollase de un modo
más lento y, salvo algunas erupciones aisladas, a través de un proceso impercepti
ble. Y si, a la muerte de Alejandro, lo nuevo, que en vida suya y bajo su gobierno
había brotado, como es natural, de un modo demasiado súbito, inesperado y no
pocas veces violento, suscitó una reacción que en los treinta años de las luchas
de los diádocos tomó por bandera tan pronto un partido como otro, £l resultado de
ello fué, pura y simplemente, el que lo nuevo acabara convirtiéndose en hábito y
el que, modificado con arreglo a las diferencias nacionales, revistiera formas bajo
las cuales la vida de los pueblos pudiera seguir desarrollándose con sujeción a un
principio igual y común. La gradual desaparición de los prejuicios nacionales, la