Page 82 - Los siete sabios de Grecia, en sus siete veneradas sentencias
P. 82
5^ ^'^^^^
mine; pues no pudiendo ninguno
motivarla, no se puede hallar incen-
tivo, que la ocasione,
y solo sera
viciosa, y vituperable pasión, en
quien de sí mismo originare tan in-
felice satisfacion , para los que ima-
ginare como agravios. Gran cegue-
dad es la que de ordinario ocasiona
la ira; pues no suele distinguir los
sujetos contra quienes se dirige, sien-
do tan grande la fuerza de la pasión,
como el yerro de la inadvertencia;
debiendo servir de exemplo, por
mas común , y repetido en la cos-
tumbre de verse, el del perro, que
a qualquiera ruido que oye se enfu-
rece , y ladra, amenazando estragos,
embravecido; pero si llega a cono-
cer a la persona , contra quien amo^
tino sus enojos, convierte en cari-
ciosos, y blandos alhagos , todos
aquellos amenazados rigores. Pues
si un bruto tiene natural instinto,
para recobrarse de aquel súbito es-
t< tí-