Page 213 - Mahabharata
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2. El salón                                                                              193


               el mundo de los pecadores. La tierra tembló con pavor ante la ira de Arjuna. Estaba aun
               más enfadado que Bhima. Yudhishthira tomó a Arjuna de su mano con amor y gratitud

               y le dijo:
                   —Arjuna, no te pierdas en tu cólera. No te olvides del Dharma arrebatado por tu
               furia. Cuando escuché las palabras de Radheya, también hubiera querido reducirle a
               cenizas, pero hubo algo que contuvo mi ira; mirando a sus pies, sentí cómo mi cólera
               se disipaba. Los pies de Radheya me recuerdan los benditos pies de nuestra madre.
               —Arjuna se controló y se produjo un gran silencio en el salón.
                   Cuando Dhritarashtra se dio cuenta de la gravedad de la situación, ya era demasiado
               tarde. Oyendo los juramentos de los pandavas, su corazón tembló de miedo y dijo:
                   —Hijo mío, en tu necedad has insultado la pureza del alma de Draupadi. Tu muerte
               es ya segura. —Y dirigiéndose a Draupadi en tono pacífico continuó diciendo—: Te
               concederé lo que quieras, pero, por favor, perdona el comportamiento de este hijo mío,
               que no sabía lo que hacía.

                   Draupadi dijo:
                   —Concédeme por favor esta gracia: libera a mi marido Yudhishthira de la esclavitud.
               Por favor declárale públicamente libre de todo sometimiento a este pecador.
                   Dhritarashtra así lo hizo y la invitó a que pidiera otra gracia. Esta vez Draupadi liberó
               a Bhima, Arjuna, Nakula y Shadeva de su cautiverio.
                   —Pídeme otra gracia, hija mía —dijo Dhritarashtra esperando pacificarla con estas
               mercedes. Draupadi dijo:

                   —No quiero propasar las reglas del Dharma. No seré codiciosa; no debo aceptar más
               de dos gracias. Mis maridos son ahora libres y estoy más que satisfecha.
                   Una vez más, fue Radheya quien mirando despectivamente a los pandavas, dijo:
                   —Afortunadamente para los pandavas, Draupadi ha sido como una barca que les ha
               salvado cuando estaban a punto de ahogarse. Han tenido la fortuna de que una mujer
               los haya salvado.
                   Bhima le habría agredido por estas palabras, pero una vez más Yudhishthira le detuvo.
               Duryodhana y Radheya, seguidos por la mayor parte de los hijos del rey abandonaron la
               sala enojados. Estaba claro que no les había gustado la liberación de los pandavas de su
               cautiverio. Yudhishthira se dirigió a su tío y le dijo:

                   —Siempre que nos has ordenado algo te hemos obedecido. Si nos dices qué hemos
               de hacer ahora, así lo haremos.
                   Dhritarashtra, de forma impulsiva y temblorosa, le dijo:
                   —Estoy complacido contigo y con tu humildad, eres sabio y bueno. Eres noble;
               debes olvidar las cosas que hoy han ocurrido, el que es bueno sólo ve lo bueno en los
               demás y no repara en sus defectos. Por favor intenta olvidar los pecados cometidos
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