Page 208 - Mahabharata
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                   —Todos callaban. Únicamente el silencio respondió a sus valientes palabras, tras las
               que apretando sus puños con furia añadió—: Bueno, si nadie dice nada, yo diré cuál es mi

               sentimiento acerca de este asunto. Draupadi no ha sido ganada; el príncipe de los kurus
               no tiene derecho a llamarla esclava suya, pues en el momento del juego, Yudhishthira
               ya no tenía derecho a usarla como apuesta. He oído decir a los sabios que son cuatro
               los peligros que acechan en el camino de un rey: el primero es la caza, el segundo la
               adicción a la bebida, el tercero la pasión por el juego y el cuarto el frecuentar demasiado
               la compañía de mujeres. Estas cuatro cosas amenazan con hacer que un hombre pierda la
               razón, como le ha ocurrido esta vez al propio Yudhishthira, pues embriagado por la fiebre
               del juego, llegó a perder la conciencia de lo que estaba haciendo; ya no era responsable
               de sus acciones. Hizo cosas realmente absurdas. Cuando Sakuni le desafió de nuevo,
               Yudhishthira a sugerencia del propio Sakuni, propuso a Draupadi como su próxima
               apuesta. Pero siendo ella esposa de los cinco hermanos pandavas y no únicamente suya,
               él no tenía ningún derecho a usarla de esta manera. Los argumentos de nuestro abuelo
               no se ajustan al caso, pues Yudhishthira, repito, apostó a Draupadi, sin el consentimiento
               de sus hermanos. Por lo tanto, ella no puede ser considerada como esclava, ni tampoco
               que haya sido ganada por el príncipe de los kurus. Ella es libre.
                   La alocución de Vikarna despertó asombro en todos los presentes, quienes se habían
               quedado muy sorprendidos por su nítido y conciso discernimiento. Después de sus
               palabras todos quedaron convencidos de que Draupadi no era una esclava. Pero a
               Radheya le enfureció la intervención de Vikarna. Se levantó y dijo:

                   —Vikarna, estás presumiendo demasiado de tu sabiduría. Todos los sabios aquí
               reunidos, empezando por Bhishma, Drona y Dhritarashtra, están convencidos de que
               Draupadi es una esclava y tú en tu entusiasmo pueril y tu erróneo sentido de caballerosi-
               dad, piensas que todos están equivocados y que eres más sabio que ninguno. Si ella
               no es una esclava, y si sus maridos piensan que ella no es una esclava, ¿crees que hu-
               bieran permitido que la trajeran a la corte? Cuando ella mandó el mensaje a través del
               sirviente, fue el mismo Yudhishthira el que le pidió que viniera a la corte. Dices que no
               es justo llamarla esclava, pero no hay necesidad de considerar el Dharma en el caso de
               los pandavas; ellos no son justos. ¿Dónde has visto que una mujer sea compartida por
               cinco hombres? Cuando tal injusticia ha sido cometida por esta gente, no creo que sea
               incorrecto llevar a Draupadi a la corte del rey. Draupadi no es la típica mujer recatada
               que jamás ha salido de sus aposentos y que no conoce el mundo. Es una mujer vulgar.
               No es ningún bochorno para ella aparecer ante tantos hombres en una corte como ésta,
               no debes preocuparte por eso, es una mujer desvergonzada, no debes temer que su
               integridad sea ultrajada por el hecho de traerla aquí. Es una esclava como sus señores.
               Ya no tienen derecho a llevar los vestidos que llevan. Dussasana, quítales los vestidos a
               estos cinco hombres y también a Draupadi y entrégaselos a su amo legítimo: el príncipe.
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