Page 206 - Mahabharata
P. 206

186                                                                            Mahabharata


               todo derecho sobre su persona, por haber apostado y perdido su propia vida. Según
               eso, Yudhishthira no tenía derecho a apostarte. Pero hay otro aspecto que tenemos que

               considerar y es que un hombre tiene derecho sobre su mujer, sea él libre o no. Puede
               decirse que es de su propiedad incluso después de haber perdido su derecho sobre su
               misma persona. Y según esto, no me atrevería a asegurar que tú eres libre. Yudhishthira
               sabía que Sakuni es un maestro consumado en el arte de tirar los dados, sin embargo
               aceptó gustoso jugar con el, y a pesar de que estaba siendo derrotado, continuaba
               jugando una y otra vez, hasta que llegó a utilizarte a ti como objeto de apuesta. No
               puedo contestar a tu pregunta.
                   Draupadi estaba furiosa y le dijo:
                   —Hablas como si mi esposo hubiera aceptado de buena gana jugar este juego. Fue tu
               querido nieto Duryodhana y su tío quienes le desafiaron a jugar. Yudhishthira no quería
               y ya se lo había dicho repetidas veces a su tío Vidura en Indraprastha. Sin embargo fue
               forzado a participar en este juego fraudulento. Sakuni, sabiendo que él no era un jugador
               hábil le obligó a jugar con él, que es un reputado experto en el arte de tirar los dados.
               Mi esposo no tenía ninguna posibilidad en absoluto de ganar. Y vosotros, sabiéndolo,
               continuabais mirando. ¿Acaso no veíais esta injusticia? ¿No sabíais que era un juego
               sucio? Teníais que haberlo detenido. Tú eres el tío del rey, mas ni uno sólo de vosotros
               hizo nada para pararlo, ni tampoco reprendiste a este pecador de Duryodhana por lo
               que estaba haciendo. ¡Decidme ahora que mi esposo accedió a jugar de buena gana y que
               gustosamente me utilizó como objeto de apuesta! Cuando él perdió su vida y me anunció
               a mí como su próxima apuesta, ¿acaso no le podíais haber interrumpido y proclamado
               que eso no era correcto? Ruego que escuchéis mis palabras. Requiero una respuesta
               de esta corte. Donde no hay ancianos preceptores no hay corte. Pero sólo se pueden
               considerar como tales aquellos que manifiestan la verdad, y donde no hay verdad no
               hay justicia, y no puede haber verdad donde se da cobijo a la obstinación.
                   Dussasana, riéndose a carcajadas miró a Draupadi, de cuyos ojos brotaban lágrimas y
               cuyas palabras parecían fuego, y le dijo:

                   —Eres la esclava de Duryodhana, ¿por qué te preocupas por las sutilezas del Dharma?
               Eres una esclava, tu Dharma es complacer a tu nuevo dueño y señor, Duryodhana, el
               monarca de los kurus.
                   Al oír esto, ella le miró como si quisiera quemarle con su mirada, pero no pronunció
               palabra alguna. Bhima, que temblaba de indignación, como si fuera una hoja al viento,
               se dirigió a su hermano Yudhishthira con encendidas palabras, diciendo:
                   —Mira el resultado de tu locura. Toda la riqueza que poseíamos, se ha ido. Has
               apostado todo, absolutamente todo lo que poseíamos, y yo no dije nada, ni siquiera
               me importó. Luego nos apostaste a nosotros e incluso eso lo aguanté pacientemente,
               porque tú eres mi guru, mí hermano mayor y somos tuyos para siempre. Pero, mi señor
   201   202   203   204   205   206   207   208   209   210   211