Page 203 - Mahabharata
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2. El salón 183
nadie más sordo que quien se niega a escuchar. No podéis imaginaros lo que el destino
tiene reservado para vosotros.
Entonces Duryodhana dijo:
—Ya hemos escuchado demasiado a este pobre hombre que no sabe hablar de otra
cosa. —Y girando la vista miró a uno de sus siervos de la corte al que llamó ante su
presencia y en mitad de todos los sabios, ancianos y hombres justos, le dijo—: Pratikami,
ve a los aposentos de las mujeres y dile a la esclava Draupadi que ahora nos pertenece
y que requerimos su presencia, pues el príncipe kuru, su amo y señor, quiere que se
persone en la corte. —Duryodhana, viendo el miedo que reinaba en los ojos de ese
sirviente, dijo—: ¿Acaso tienes miedo de la ira de los pandavas, que hace un rato estaba
describiendo mi tío? ¿es que no sabes que a Vidura nunca le hemos gustado, ni tampoco
nuestra forma de proceder? No temas, pues ahora los cinco pandavas son nuestros
esclavos.
El sirviente se dirigió a los apartamentos de las reinas y dijo a Draupadi:
—Draupadi, ahora eres esclava de Duryodhana, pues tu marido Yudhishthira, obse-
sionado por el juego, ha apostado tu persona y ha perdido en este juego con los kurus.
Duryodhana, tu amo y señor, desea que vayas a la corte.
Draupadi, completamente atónita por lo que acababa de oír, dijo:
—¿Qué es lo que estás diciendo? ¿A qué te refieres? ¿Acaso no tenía mi marido
ninguna otra cosa que apostar? ¿Es que ha perdido la razón? ¿Cómo ha podido apostar
a su propia esposa de esta manera?
El siervo le dijo:
—Lo que te he dicho es cierto. El rey primero perdió todas sus posesiones. Luego
apostó a sus hermanos, uno por uno, después a él mismo y finalmente te apostó a ti,
perdiéndolo todo.
Después de oír esto, Draupadi le dijo:
—Regresa a la corte, habla con Yudhishthira y averigua si primero se apostó él a sí
mismo o a mí, y luego ven con la respuesta que obtengas.
El sirviente volvió a la corte y relató lo sucedido y mirando a Yudhishthira dijo:
—Ella quiere saber si la apostaste primero a ella en el juego o si antes ya habías
perdido tu propia vida.
Yudhishthira al oír las palabras del sirviente, sintió como si se le escapara el aliento
del cuerpo y no pudo contestar la pregunta de Draupadi. Duryodhana se enojó mucho y
dijo:
—Que venga aquí esa mujer y se lo pregunte ella misma.