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reino que tengo no le pertenece a Dhritarashtra y no tengo por qué obedecerle. Si un
padre se porta como tal con su hijo, entonces el hijo debe obedecerle, pero este padre
mío no tiene una buena disposición hacia mí. Está molesto por mi buena fortuna y me
tiene celos. Me ha invitado a ver su sabha y dice que quiere pasar unos cuantos días con
nosotros, pero yo sé que el no está interesado en que vaya a pasar allí un buen rato ni
en mostrarme su nuevo sabha, lo único que quiere es provocar un juego de dados con
apuestas, lo veo claramente. Detesto jugar a los dados sabiendo que conduce al mal,
pero hay una ley por la que se debe obedecer a los mayores. También hay una ley entre
los kshatryas por la que has de jugar siempre que se te invite y que no debes negarte.
Mi tío te ha mandado a buscarme porque sabe estas cosas; sabe que no le desobedeceré
aunque puedo hacerlo. Dejémoslo todo en manos del destino. Te acompañaré a la odiosa
ciudad de Hastinapura.
Yudhishthira se dirigió a Hastinapura acompañado por sus hermanos, Kunti y Drau-
padi, por requerimiento del tirano rey y del cruel destino, que también le empujaba.
Capítulo XI
YUDHISTHIRA PIERDE SUS RIQUEZAS,
A SUS HERMANOS Y A DRAUPADI
OS pandavas llegaron muy pronto a Hastinapura y los kurus les dieron la bienvenida
L muy cordialmente, haciendo excelentes arreglos para su estancia. Sus aposentos
estaban lujosamente amueblados y había muchos sirvientes para atenderles. Después de
haber saludado a los mayores y a sus primos, los pandavas se dirigieron a sus aposentos
pasando allí una noche muy agradable y feliz. Estaban gratamente sorprendidos de ver
el esmero con que los kurus habían hecho los arreglos para que pasaran una estancia
agradable en Hastinapura. Parecía como si por una vez el rey fuera sincero en su deseo
de tenerlos consigo durante unos días.
El día amaneció: era el día que se iba a quedar grabado en sus memorias como el
día más terrible de sus vidas. Se levantaron temprano. Después de bañarse en agua
perfumada y vestirse con bellos atuendos, los pandavas abandonaron sus aposentos.
Duryodhana y los demás llevaron a los pandavas a Jayantapura, para enseñarles el
nuevo sabha, que había servido de excusa para traer a los pandavas a Hastinapura.
Caminaron durante un rato por los muchos salones y corredores, haciendo comen-
tarios elogiosos por cortesía. Los kurus tampoco estaban entusiasmados de oír aquellas
palabras halagadoras; les era indiferente. Todos sus pensamientos estaban centrados en
el juego de dados. Ya habían acabado de ver el edificio y todos volvieron a Hastinapura.
Sakuni sugirió que deberían sentarse y jugar a los dados. Yudhishthira dijo que no
jugaría, ya que ese juego era frecuentemente causa de muchas cosas desagradables y que
destruía la amistad; que era veneno. Sakuni dijo: