Page 193 - Mahabharata
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2. El salón 173
antes, convirtiéndose en los hijos políticos del poderoso Drupada. Nos deshicimos de
ellos concediéndoles un estipendio de tierras estériles y las han hecho florecer. Y por si
fuera poco ahora se han convertido en dueños del mundo. Yudhishthira ha realizado el
Rajasuya y ha sido aclamado como monarca de toda la tierra. » Pensamientos como estos
pasaban uno tras otro por su mente. Pasó días y noches en soledad sin hablar con nadie,
acariciando a solas el dolor de su corazón.
Los celos que rondaban el corazón de este príncipe, desafortunado desde la niñez,
se transformaron en odio; odio que se había convertido en una obsesión para él. Era
diferente a su padre en algunas cosas; su padre, por ejemplo, era un hombre avaricioso,
pero en el caso de Duryodhana, la avaricia no era lo peor, era algo más que eso. La
avaricia de Dhritarashtra estaba en su corazón. Era un cobarde, ya que ocultaba sus
pensamientos con una capa de hipocresía; pero Duryodhana odiaba la hipocresía, él
era franco. No le gustaban los complicados razonamientos de su padre, para el que
la precaución era su máxima consigna. Dhritarashtra no se atrevía a expresar sus
sentimientos, pero Duryodhana se manifestaba abiertamente sin ocultarlos.
No estará de más tratar de ver qué hacía ser así al príncipe. Duryodhana era un
príncipe noble, el hecho de haber coronado a Radheya como rey de Anga, fue suficiente
para probar que su segunda naturaleza era la generosidad. Incluso, cuando estaba
gobernando el reino durante los trece años memorables, se comentaba que la gente era
feliz bajo su gobierno. Era un buen hombre pero estaba bajo el hechizo de un gran
defecto: la envidia.
Era una persona de naturaleza dulce con su gente y sus amigos pero su envidia por
los cinco pandavas era un fuego que consumía toda su vida. Esto produjo su caída.
Cuando Drona llegó por primera vez a Hastinapura se encontró con todos los
príncipes, y estaba encantado con la conducta de Arjuna. Llamó a Aswatthama y le dijo:
—Mi querido Arjuna, de ahora en adelante mi hijo Aswatthama será tu eterno amigo.
Pero Aswatthama por su parte no eligió como amigo a Arjuna, sino a Duryodhana,
convirtiéndose en su compañero fiel e incondicional. Al final se sacrificó él mismo y
todo cuanto tenía por el bien de su amigo. No dudó en cometer el crimen más horrible;
la masacre a medianoche en el campo de los pandavas. Y lo hizo para complacer a
Duryodhana.
De nuevo vale la pena observar que, cuando comenzó la gran guerra, los pandavas
con toda su rectitud sólo disponían de siete akshauhinis de tropas en contra de las once
de Duryodhana. Todo el mundo sabía que la causa de los pandavas era justa y que la
conducta de Duryodhana era imperdonable, pero no obstante tenía mayor número de
hombres de su lado que los pandavas, cuyos aliados estaban allí junto a ellos por lazos
de sangre más que por otro motivo. Bhishma, el anciano kuru, lucharía por Duryodhana.