Page 191 - Mahabharata
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2. El salón                                                                              171



                                                       Capítulo VIII
                                               LA RISA DE DRAUPADI


                    OS reyes se disponían a irse ya hacia sus respectivos países. Yudhishthira estaba
               L muy ocupado honrándoles debidamente y también rindió honores a los grandes
               rishis que habían favorecido el Rajasuya con su presencia. Krishna fue a donde él estaba
               y le dijo que había llegado el momento de regresar a su ciudad, que tenía que volver
               a Dwaraka. Yudhishthira le dejó que se fuera, aunque de muy mala gana. Krishna se
               despidió de ellos con miradas sonrientes y cariñosas, recibiendo a su vez los honores de
               todos los pandavas, Draupadi, Subhadra y Kunti. Los pandavas, como de costumbre,
               cogieron las riendas de sus caballos y le acompañaron parte del camino y luego volvieron
               a Indraprastha. La despedida de Krishna les dejó un sentimiento de tristeza y abandono,
               porque Krishna era para ellos su misma vida. No podían imaginarse que aquella iba a
               ser la última vez que le darían la despedida desde Indraprastha. No sabían el horrible
               destino que les esperaba. Iban a perder lo que tenían en unos pocos días. Su próximo
               encuentro con Krishna sería en el bosque de Kamyaka.
                   Los pandavas volvieron a la ciudad, que parecía vacía después de haberse ido to-
               dos los huéspedes. Todos excepto Duryodhana, Dussasana, Sakuni y Radheya que se
               quedaron para ver el sabha. Yudhishthira estaba muy complacido con el hecho de que se
               quedasen. Se sentía halagado. Pasaba horas con ellos y trataba de hacer su estancia tan
               agradable como fuera posible.

                   Vyasa se acercó a Yudhishthira para despedirse de él, pues iba a irse ya. Yudhishthira
               se postró a sus pies, después de honrarle, para recibir sus bendiciones de despedida.
               Vyasa le dijo:
                   —Por la gracia de Dios, has realizado el Rajasuya y te has convertido en señor de la
               tierra. Has hecho lo que tu padre deseó que hicieras y le has complacido. Me siento feliz.

               Por favor, déjame ir, ahora que he visto la realización del Rajasuya.
                   Yudhishthira dijo:
                   —Mi señor, quiero que me digas el significado de los presagios que siguieron a la
               muerte de Sisupala. Los sabios dicen que no auguran nada bueno para el mundo. Narada
               dijo que a este mundo le espera una horrible calamidad. Por favor, dime qué va a ocurrir.

                   El rostro de Vyasa se tornó serio y triste, y mirando tiernamente a Yudhishthira, el
               rey de la tierra, le dijo:
                   —Tienes razón, hijo mío, este acontecimiento, la muerte de Sisupala, fue un infortunio.
               Los malos augurios lo han corroborado y significa que sobre ti recaerá un hechizo de
               mala suerte que durará catorce años. Eso no es todo. El destino ha planeado que tú seas
               la causa de la destrucción de todos los kshatryas borrándolos de la faz de esta tierra.
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