Page 194 - Mahabharata
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               También Bhagadatta lucharía de su lado. E incluso Salya, que se dirigía a los pandavas
               con la noble intención de ayudarles, fue subyugado de tal modo por el encanto de

               Duryodhana, que le prometió que lucharía de su lado contra los hijos de su hermana. En
               verdad este desafortunado y desdichado príncipe debió estar dotado con un gran encanto
               y un gran magnetismo. Radheya que era un hombre tan justo, estaba tan enamorado de
               Duryodhana que murió luchando por su injusta causa. Incluso Balarama prefirió el amor
               de Duryodhana al de Bhima.
                   Un príncipe así, con un corazón tan grande, capaz de tanta generosidad, y dotado
               de todas las artes que agraciaban a un verdadero kshatrya, terminó convirtiéndose en
               un esclavo de esta dominante pasión; en verdad fue trágico. Si no hubiera sido por esto,
               Duryodhana hubiera sido grande en verdad.


                                                        Capítulo IX
                                               EL SABHA DE JAYANTA

                   AKUNI no podía dejar que las cosas continuaran así durante mucho tiempo y trató
               S de hablar con Duryodhana una y otra vez y finalmente lo consiguió. Duryodhana le
               contó todo lo que había ocurrido en Indraprastha y luego añadió:

                   —Hasta que no contemple la destrucción de los pandavas no podré ser feliz. Tengo
               que conseguir quitarles todo lo que tienen. Tío, dices que me amas; si de verdad me
               amas entonces piensa en un plan que me haga el dueño del mundo.
                   Sakuni dijo:
                   —Mi querido hijo, has visto por ti mismo cuan poderosos se han vuelto. Nunca
               serán derrotados si luchamos con ellos en una guerra, pero yo tengo un arma que es
               más poderosa que el mismo hierro. Yo puedo hacer tuya toda esa riqueza sin derramar
               una sola gota de sangre y sin que se te achaque ninguna culpa. Sal de esa depresión y
               escúchame.
                   Duryodhana no podía creer lo que oía, escuchando a su tío revelarle su astuto complot.

               Sakuni, con su macabra sonrisa jugueteando en sus delgados labios, le dijo a su sobrino:
                   —El gran Yudhishthira tiene una debilidad terrible: el juego, Duryodhana no sabía lo
               que estaba tratando de decir y esperó que su tío continuara. Sakuni siguió diciendo:
                   —Yudhishthira, como te dije antes, tiene una terrible debilidad. Le gusta el juego, pero
               no sabe jugar. Utilizaré esto para que sirva a nuestros fines, pues yo soy extremadamente
               hábil arrojando los dados. No hay nadie en este mundo que pueda jugar contra mí y
               ganarme. Haré lo que tú quieres usando mi habilidad. Debes invitar a Yudhishthira a
               un juego de dados. Yo haré que se juegue todo su reino. Debes decírselo a tu padre y
               conseguir su permiso. El resto será tan fácil como quitar un juguete de las manos de un
               niño. Lo haré por ti: obtén el permiso de tu padre.
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