Page 201 - Mahabharata
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2. El salón                                                                              181


               Todas las malas o buenas cualidades que yo tenga o cualquier acción que haga ahora
               o en el futuro ya han sido ordenadas por él, por el que me ha puesto en este viaje. Por

               favor no te halagues a ti mismo, pensando que las palabras que le digas a mi padre o a
               mí, pueden cambiar el curso del destino; déjanos solos y por favor no vuelvas a hablar
               así a mi padre. —Duryodhana se dio la vuelta y se dirigió hacia la plataforma donde se
               estaba jugando el fatídico juego de dados.
                   El juego seguía y Sakuni con su sonrisa siniestra dijo:
                   —Creo que has perdido todas tus pertenencias terrenales Yudhishthira, ya no tienes
               nada. Pero si crees tener algo más que te pertenezca, puedes apostarlo. Me jugaré todo
               lo que ha ganado el rey hasta ahora: si ganas, puedes pedir que se te devuelva.
                   La locura del juego había hecho que Yudhishthira perdiera la razón. Permaneció en
               silencio por un momento y, de repente, se acordó de algo y dijo:

                   —Todavía tengo algo que apostar. Este joven oscuro y hermoso: mi hermano Nakula
               será mi apuesta.
                   « Gano », dijo Sakuni. Yudhishthira dijo:
                   —El sabio Shadeva es mi próxima apuesta. No hay nadie como él en este mundo, no
               me gusta pensar en tener que usarlo como apuesta, pero tengo que hacerlo.
                   « Gano », repitió la voz de Sakuni. Luego Sakuni dijo:

                   —Has perdido a los hijos de Madri, pero aún tienes dos hermanos más. Evidente-
               mente no crees que sean suficientemente valiosos para usarlos como apuesta y creo que
               tienes razón. Nakula y Shadeva te son queridos, por eso les apostaste, y a pesar de que no
               considerábamos que las apuestas fueran equiparables hemos sido condescendientes y te
               hemos permitido que los usaras como tu riqueza en contra de la del rey. Pero dejémoslo
               así, ya que hemos ganado. Considerando a los hermanos que te quedan creo que es justo
               que pienses que no valen lo suficiente como para considerarlos como apuesta, yo también
               pienso igual. Pero debes hacer algo si ha de continuar el juego. O tal vez piensas que
               valen mucho más que los hijos de Madri; quizás esa sea la razón de tu duda. —Sakuni se
               calló esperando que hablara Yudhishthira.
                   Yudhishthira estaba extremadamente enfadado con Sakuni por sus hirientes palabras,
               que le quemaban como fuego en sus entrañas, y le dijo:
                   —Por favor no digas tales cosas, tu intención es crear enemistad entre nosotros, pero
               nunca podrás hacerlo. Aquí está Arjuna que no tiene igual en el mundo; él es mi apuesta.
               Arrojó los dados y... « gano », dijo Sakuni.

                   —Aquí está Bhima —dijo Yudhishthira—: él es el comandante de mi ejército; Bhima,
               cuya fuerza es mayor que la de todos vosotros, Bhima es mi siguiente apuesta.
                   —¡Gano!—exclamó Sakuni.
                   —Yo soy ahora la apuesta —dijo Yudhishthira.
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