Page 242 - Mahabharata
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               ocurrido durante la visita nocturna de Urvasi. Chitrasena fue a ver a Indra y le contó la
               maldición de Urvasi. Indra mandó buscar a Arjuna y le consoló diciendo:

                   —Hoy has logrado lo que ni los rishis han conseguido hasta ahora. Nadie, ni siquiera
               yo, he podido resistirme al atractivo de la hermosa Urvasi, y en cuanto a su maldición, le
               pediré que la reduzca a un año. Deberás sufrir su maldición durante el treceavo año de
               vuestro exilio, en el que tendréis que vivir disfrazados, de este modo la maldición de
               Urvasi os será útil.
                   Arjuna se sentía feliz con la maldición, porque con ella resolvería un gran problema.
               Así, pasó una época muy feliz en Amaravati con su padre y con su amigo Chitrasena.
               Indra le dio todos los divinos astras que tenía y Chitrasena el gandharva le enseñó a
               cantar y bailar, convirtiéndose Arjuna en un consumado maestro de las bellas artes y
               aprendiendo a tocar todos los instrumentos musicales de los que era un adepto.
                   Un día vino a ver a Indra el sabio Lomasa y viendo a Arjuna sentado en el mismo
               trono de Indra, pensó para sí: « Este es un kshatrya de la tierra. ¿Qué yaga especial ha
               realizado? ¿Qué ha hecho para merecer este honor? »

                   Adivinando sus pensamientos, Indra le dijo:
                   —Mi señor, me imagino los pensamientos que hay en vuestro corazón. Éste no es
               ningún kshatrya. Es Arjuna, mi hijo, nacido de Kunti. Vino para que yo le enseñara los
               astras divinos. Le reconocerás si te refresco la memoria. Tú conoces a los grandes rishis
               Nara y Narayana, ambos han nacido en la tierra para realizar un propósito divino. La
               tierra se quejó ante el señor Vishnu de que la carga de pecados que estaba soportando
               iba más allá de su paciencia. El señor dijo que él mismo descendería a la tierra para
               aliviar su carga. Narayana ha nacido como Krishna en la casa de los Vrishnis y Nara es
               mi hijo Arjuna. Muy pronto habrá un gran derramamiento de sangre en la tierra, que la
               curará del veneno que ha acumulado. Y la razón de la venida de Arjuna es porque quiero
               entrenarle para que mate a mis enemigos los Nivatakavachas. Cuando mi hijo haya
               realizado este trabajo, volverá a la tierra. Y ahora quiero pedirte un favor: ve a la tierra;
               en el bosque de Kamyaka viven Yudhisthira y Draupadi con los otros tres pandavas,
               que echan de menos a Arjuna. Debes consolar a Yudhisthira y decirle que Arjuna se ha
               convertido en maestro de todos los divinos astras, que es el discípulo de Chitrasena y un
               consumado maestro en las bellas artes, que no hay nadie que le iguale en el baile, ni la
               música, ni como arquero y que está aquí conmigo para ayudarme a ganar una guerra en
               los cielos. Debes hacerles olvidar la infelicidad que les ha causado alejarse de Arjuna.
               Por favor, convénceles de que inicien un Tirthayatra. Quiero que me hagas ese favor.

                   —Lo haré —dijo Lomasa, y tras bendecir a Indra y a Arjuna se dirigió hacia la Tierra,
               al bosque de Kamyaka.
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