Page 139 - Egipto Tomo 1
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             Nemsawilanda (Alemania), se dirige completamente sola á las Indias inglesa» paia entiai
             en una casa con el carácter de institutriz, cargo que  le obligará á enseñar cuanto sabe,
             y no es poco, á mozalbetes de diferentes edades!
               Ya se comprenderá, después de lo dicho, que la estación de Zagazig no está de»pro\i»ta
             de animación. Hubo un tiempo en que semejante  sitio no era simplemente, como ahoia,
             lugar de  pasada,  sino término de
             un viaje que atraía mayor número
             de peregrinos que otro lugar alguno
              de todo Egipto.
                A corta distancia de la estación
              se distingue una colina alta y es-
              trecha, formada por las ruinas de
              la antigua Bubastis. La populosa
              ciudad ha desaparecido de la sobre
              haz de la tierra , cumpliéndose con
              ello  el fatídico vaticinio del profeta
              Ezequiel. «Sus robustos mancebos
              » perecerán al filo de las espadas, y
              » sus doncellas serán reducidas á es-
              »clavitud». Las vitrificaciones que
              pueden observarse sobre las ruinas
              revelan elocuentemente que la ciu-
              dad fué entregada á las llamas,  lo
              mismo que el templo que se le\an—
              taba en  su  comedio;  ese  templo
              incomparable del cual habia dicho
              Herodoto  haber muchos  que  le
              excedían en riqueza y  grandor, pero
              ninguno que  le  igualase  en  ele-
              gancia.
                Los  árabes  designan  con  el
              nombre de Tell Basta las ruina» oe
              Bubastis. En medio de ellas encon-
              tramos hace  siete años  los frag-  el padre de ios gatos en la caravana de los peregrinos
              mentos de dos estatuas de la dio»a,
              con cabeza de gata, bajo cuya forma se la prestaba culto con los nombres de Bast y de
              Sekhet. Represéntase en ella la irnágen de la pasión ardiente que conduce el hombre a la
              mujer: la hija del dios Sol, que lucha á terribles mordiscos con los enemigos de su padre,
              y castiea á los culpables en el infierno: la hermosa Afrodita, finalmente, que empuñando
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