Page 253 - Egipto Tomo 1
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               1260 como sienta Makrizi. Todavía tuvieron ocasión de verlos los árabes, con las planchas de
               cobre que revestían sus cúspides, y las trazas de color verde claro que habían cubierto sus
               caras, naturalmente de rojo oscuro. Los fragmentos del obelisco derribado, existen acaso
               profundamente enterrados en las cercanías del  sitio en que mantiénese erguido todavía el
               que fue su compañero , no obstante haber pasado más de cuatro mil años  , desde  el dia
               en que  el faraón Osortesen  I  erigiólo  ante  las puertas  del templo.  Las  inscripciones
               completamente idénticas que lleva grabadas en sus cuatro caras, ofrecen los caracteres de
               sencillez v grandiosidad propias de la época, conteniendo  el nombre del soberano  al cual
               debe el monumento su existencia, y consignando que su erección se llevó á cabo en medio
               de públicos regocijos. Su base se halla á gran profundidad del suelo, pues desde la época
               de su elevación  el nivel del terreno que  lo rodea  , merced á las sucesivas inundaciones
                         ,
                                 m
               del Ni lo, se ha levantado  l  88, hallándose los huecos de las inscripciones ó jeroglíficos
                                       completamente llenos de nidos de avispas. En tiempo
                                       de  los  califas,  se  le daba  el nombre de aguja del
                                       Faraón,  el cual compartía con su derruido hermano.
                                         La ciudad de Heliópolis, á la cual daban los egip-
                                       cios el nombre de Au, y los hebreos el nombre de Ou,
                                       hállase ya mencionada en  la historia en época por
                                       demás remota. El templo del So] existente en ella, no
                                       era menos antiguo que la adoración del astro del dia,
                                       á la cual se refiere toda la doctrina teológica del valle
                                       del Nilo. Ra y sus dos formas principales Harmakis,
                    REPRESENTACION DEL AVE BENNU  Tum, el Sol poniente, combinadas en
                                 ,     el Sol levante, y
                     SEGUN UN PAPIRO DE MUERTO
                                       Tum-Harmakis , era adorado en dicho lugar, y con él
                v á su lado varias divinidades femeninas entre  las cuales merecen citarse , Hathor Jousas
                 Nebt-Hotep. En cuanto á Osiris-Sap, del cual se hace frecuente mención entre los dioses
                y
                del nomo heliopolitano, nada diríamos, si no creyéramos que su nombre constituye el original
                del de Osarsyph que los historiadores griegos del Exodo han dado á Moisés.
                  En los remotos tiempos en que tuvieron lugar las guerras divinas, los dioses encontraron
                va asilo en  el templo del Sol. Tyfon y Horo que mútuamente se habían herido, fueron
                      curados en la gran sala de Heliópolis, revelándonos un manuscrito sobre cuero
                asistidos y
                que se conserva en  el museo de Berlín, que fué reedificado por Amenemha  I v su hijo
                                                         griegas que consignan que
                Userteses, de la décima dinastía. No faltan autoridades egipcias y
                el dios á quien la tierra debe  la luz, despertaba al par y sostenía la fuerza luminosa del
                espíritu, y que, bajo su protección, florecía una escuela de sabios sacerdotes, cuyo renombre
                sobrepujaba el de los establecimientos parecidos de Sais, de Memphis y de Tebas. Herodoto
                celebra á los sabios de Heliópolis, diciendo de ellos que eran los que poseían más profunda }
                                                        si bien es verdad que los
                abundante doctrina entre todos los que existian en Egipto, y
                griegos, en general,  les echaban en cara sus fórmulas y métodos informados de profundo
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