Page 379 - Egipto Tomo 1
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podemos formarnos idea de lo qnc seria, por la poética descripción que hace Ibn-Hamdis del
de Al-Mansur de Bujía, en Argel, que pertenece a la misma época:
«Siglo tras siglo háse deslizado el tiempo sobre el país de los griegos, sin que en él se haya
» levantado un palacio que en magnificencia pueda compararse á este edificio. En sus
»cámaras de techo clavadísimo, en sus salas que ofrecen fresco y perfumado ambiente, nos
» permites gozar, Omnipotente Señor, anticipadas las delicias del Edén. Contemplándolo se
» crecen los creyentes en la práctica de las buenas obras; pues comprenden que al franquear
»los umbrales de la otra vida, han de encontrarse con jardines mucho más bellos todavía.
»E1 pecador que logra verlos abandona la extraviada senda, se arrepiente de las faltas
»cometidas y se hace digno de la celeste miseri-
cordia. Cuando los esclavos abren sus puertas
»los ángeles hacen llegar al oido del que entra un
» dulce y arrobador «bien venido seas;» y hasta
»los leones que tascan junto á la puerta los acera-
»dos eslabones, rugiendo dicen: «Alah es el Om-
»nipotente.» Diríase que se disponen á saltar
» sobre el recien llegado con el intento de despe-
dazarle, para castigar su osadía en penetrar
»donde no fué llamado... Las marmóreas losas
»del palacio semejan delicadas tapicerías, sobre las
» cuales se hubiese sembrado alcanfor molido; en
»sus intersticios brillan nacaradas perlas, y ya
» desde gran distancia se perciben los perfumados
»efluvios de su ambiente impregnado del aroma
»del almizcle. ¡ Qué importa que el sol se oculte y
» tienda la noche el velo de sus tinieblas, si el
» deslumbrante resplandor de este palacio basta
»por sí solo para disipar la oscuridad más densa!»
MEZQUITA EL HAKIM
Refiriéndose luego al elegante surtidor de di-
cho edificio, dice que estaba rodeado de leones que arrojaban chorros de agua que al brotar
de sus fauces imitaba el rujido temeroso del rey de las selvas; y que en el centro del
recipiente donde caia el agua se elevaba un árbol de tan maravillosa estructura, que con ser
de metal parecía recien arrancado de un jardín, y que los numerosos pajarillos que en sus
ramas estaban posados despedían por sus picos hilos de agua, sobre los cuales jugueteaba el
sol en mil cambiantes de color, y que de sus hojas caia incesantemente menuda lluvia.
Hasta las puertas y los techos de tan suntuosa morada hace Ibn-Hamdis objeto de sus
ntusiasías descripciones, diciendo de aquéllas que estaban adornadas con esculturas y
clavazón de oro, y de los segundos que ostentaban sorprendentes pinturas representando
únenos jardines y escenas de caza, tan bien hechas y acabadas, que para encarecer el mérito