Page 273 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 273

262       Parte  II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
        varias procedencias, aunque organizados todos bajo  el común deno-
        minador del neoplatonismo. De aquí que al fijar entonces sus caracte-
        res esenciales (1), no vaciláramos en asignarle estos dos—sincretis-
        mo y esoterismo— que ahora conviene traer a cuenta para examinarlos
        en función de su espiritualidad concretamente.
          Y primero, su esoterismo. Es innegable que la mística de Abena-
        rabi ofrece en las páginas del Fosús, del Fotuhat, del Mawaqui y del
        Anwar, un aspecto inconfundible de doctrina secreta y misteriosa, cuyo
        sentido profundo, inaccesible a la masa del vulgo profano, se reserva
        para un círculo de iniciados. No sólo las ideas son abstrusas, sino que
        también el vocabulario que las traduce es esotérico. Tanto, que el mis-
        mo Abenarabi juzgó indispensable redactar un glosario que ayudase
        a descifrarlo (2), y a pesar de este adminículo,  el estilo del Fotuhat
        y del Fosús es tan enrevesado, que los mismos musulmanes, aun tra-
        tándose de personas cultas en la lengua árabe y hasta doctas en ma-
        terias filosóficas, declaran no poder penetrar siempre el sentido exacto
        de su  letra. Este esoterismo da a  la espiritualidad de Abenarabi un
        tono ocultista y aristocrático que la divorcia de las espiritualidades to-
        das del cristianismo, aun las más sublimes y alquitaradas. Huelga com-
        parar, bajo este aspecto, su mística con la de Santa Teresa, cuya len-
        gua, popular, transparente y llana hasta la familiaridad, rehuye de pro-
        pósito cuanto signifique tecnicismo de iniciados. Pero es que ni Ruys-
        broeck, oscuro como las brumas de su país, ni San Juan de la Cruz,
        profundo y sutil como nadie en la interpretación de los más altos esta-
        dos místicos, pueden tampoco parangonarse por su estilo con el apo-
        calíptico y desconcertante de Abenarabi.
          ¿Cómo explicar entonces, se dirá, la fama lograda por este escri-
        tor entre los musulmanes de oriente y occidente, si su oscuridad hermé-
        tica debiera hacerle refractario al gran público? Es que bajo  el velo
        de su lenguaje iniciático laten doctrinas y métodos de espiritualidad
        perfectamente asequibles, porque coinciden en el fondo y en la esencia

          (1)  Cfr. Caracteres generales de su sistema, §  1,  2.
         (2)  Cfr. Ibid., § 2.
   268   269   270   271   272   273   274   275   276   277   278