Page 8 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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Fuera del campo de la fantasía, Howard fue sorprendentemente prolífico y
versátil. Su gran interés por los deportes, lo cual puede que estuviera
relacionado con su amor a la fuerza y el conflicto primitivo, le llevó a crear al
héroe del boxeo profesional «Marinero Steve Costigan», cuyas aventuras en
regiones distantes y curiosas deleitaron a los lectores de muchas revistas. Sus
novelas cortas de guerra oriental exhibieron en grado sumo su dominio de las
aventuras románticas, mientras que sus relatos cada vez más frecuentes de la
vida en el oeste, tales como la serie de Breckenridge Elkins, mostraron su
creciente habilidad e inclinación por reflejar los escenarios con los que estaba
directamente familiarizado.
La poesía de Howard, extraña, bélica y aventurera, no fue menos notable
que su prosa. Poseía el verdadero espíritu de la balada y de lo épico, y se
caracterizaba por un ritmo palpitante y una poderosa imaginería procedente
de un molde extremadamente peculiar. Buena parte de esta poesía, bajo la
forma de supuestas citas de escrituras antiguas, sirvió para abrir los capítulos
de sus novelas. Es lamentable que no se haya publicado nunca una
recopilación, y es de esperar que pueda ser editada alguna de forma póstuma.
La personalidad y los logros de Howard fueron completamente únicos.
Fue, por encima de todo, un amante del mundo sencillo y antiguo de los días
bárbaros y pioneros, cuando el valor y la fuerza ocupaban el lugar de la
sutileza y la estratagema, y cuando una raza robusta e intrépida combatía y
sangraba, y no pedía cuartel a la naturaleza hostil. Todas sus historias reflejan
esta filosofía, y derivan de ella una vitalidad que se encuentra en pocos de sus
contemporáneos. Nadie podía escribir de forma más convincente sobre la
violencia y la matanza que él, y sus pasajes de batallas revelan aptitudes
instintivas para las tácticas militares, que le habrían proporcionado
condecoraciones en tiempos de guerra. Sus verdaderas dotes eran más
elevadas de lo que los lectores de su obra publicada podrían sospechar, y si su
vida se hubiera prolongado, le habrían ayudado a dejar huella en la literatura
seria con alguna epopeya popular de su amado sudoeste.
Es difícil describir con precisión lo que hizo que las historias de Howard
destacaran de forma tan pronunciada; pero el verdadero secreto es que él
mismo estaba en cada una de ellas, fueran ostensiblemente comerciales o no.
Él era más grande que cualquier política lucrativa que pudiera adoptar, pues
incluso cuando hacía concesiones de forma externa a los editores adoradores
de Mammón y a los críticos comerciales, tenía una fuerza interna y una
sinceridad que atravesaban la superficie y dejaban la huella de su
personalidad en todo lo que escribía. Raras veces, si es que lo hizo en alguna
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