Page 12 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
P. 12

EN EL BOSQUE DE VILLEFÉRE



                                                 In The Forest of Villefére



                                                 [Weird Tales, agosto, 1925]





                    El  sol  se  había  puesto.  Las  grandes  sombras  llegaron  dando  zancadas

               sobre  el  bosque.  Bajo  el  extraño  crepúsculo  de  un  día  tardío  de  verano,  vi
               delante  de  mí  la  senda  que  se  deslizaba  entre  los  grandes  árboles  hasta
               desaparecer.  Me  estremecí  y  miré  temerosamente  por  encima  del  hombro.
               Millas  detrás  de  mí  estaba  el  pueblo  más  cercano…  y  millas  delante,  el

               siguiente.
                    Miré  a  izquierda  y  derecha  y  seguí  caminando,  y  pronto  miré  a  mi
               espalda. No tardé en detenerme en seco, agarrando mi estoque, cuando una
               ramita al partirse delató el movimiento de algún animal pequeño. ¿O no era

               un animal?
                    Pero el sendero seguía adelante, y yo lo seguí, porque, en verdad, no podía
               hacer otra cosa.
                    Mientras avanzaba, pensé:

                    »Mis propios pensamientos serán mi perdición, si no tengo cuidado. ¿Qué
               hay en este bosque, excepto quizás las criaturas que merodean por él, ciervos
               y semejantes? ¡Bah, las estúpidas leyendas de esos aldeanos!».
                    Así que seguí adelante y el crepúsculo se convirtió en el anochecer. Las

               estrellas empezaron a parpadear y las hojas de los árboles murmuraron bajo la
               suave brisa. Y entonces me paré en seco y mi espada saltó a mi mano, pues
               justo delante, al doblar una curva del camino, alguien estaba cantando. Las
               palabras no podía distinguirlas, pero el acento era extraño, casi bárbaro.

                    Me escondí detrás de un árbol enorme, y un sudor frío perló mi frente.
               Entonces el cantante apareció a la vista, un hombre alto, delgado, difuso bajo
               el crepúsculo. Me encogí de hombros. A un hombre no le temía. Aparecí de
               un salto, la espada levantada.





                                                       Página 12
   7   8   9   10   11   12   13   14   15   16   17