Page 16 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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LA SERPIENTE DEL SUEÑO



                                                    The Dream Snake



                                                [Weird Tales, febrero, 1928]





                    La noche estaba extrañamente tranquila. Mientras nos sentábamos en la

               amplia  galería,  mirando  las  praderas  anchas  y  sombrías,  el  silencio  del
               momento inundó nuestros espíritus y durante largo rato nadie habló.
                    Entonces, en la lejanía de las borrosas montañas que trazaban el horizonte
               oriental,  una  bruma  difusa  empezó  a  resplandecer,  y  pronto  salió  una  gran

               luna  dorada,  emitiendo  una  radiación  fantasmal  sobre  la  tierra  y  dibujando
               enérgicamente los macizos oscuros de sombras que formaban los árboles. Una
               brisa suave llegó susurrando desde el este, y la hierba sin segar se agitó en
               olas largas y sinuosas, difusamente visibles bajo la luz de la luna; y desde el

               grupo que estábamos en la galería brotó un fugaz suspiro, como si alguien
               tomara  una  profunda  bocanada  de  aire  que  provocó  que  todos  nos
               volviéramos a mirar.
                    Faming se inclinaba hacia delante, agarrándose a los brazos de la silla, la

               cara extraña y pálida bajo la luz espectral; un fino hilo de sangre goteaba del
               labio  en  el  que  había  clavado  sus  dientes.  Asombrados,  le  miramos,  y  de
               pronto se agitó con una risa breve semejante a un bufido.
                    —¡No  hace  falta  que  me  miren  con  la  boca  abierta  como  si  fueran  un

               rebaño de ovejas! —dijo irritable, y se detuvo en seco. Permaneció sentado,
               perplejo, apenas sabiendo qué clase de contestación dar, y de pronto volvió a
               estallar—. Supongo que ahora será mejor que les cuente todo o se marcharán
               tachándome de lunático. ¡Que no me interrumpa nadie! Quiero sacarme esta

               cosa de la cabeza. Todos saben que no soy un hombre imaginativo; pero hay
               una cosa, una simple fantasía de la imaginación, que me ha acosado desde que
               era un niño. ¡Un sueño! —se encogió claramente en la silla al murmurar—:
               ¡Un sueño! ¡Y Dios, qué sueño! La primera vez… no, no puedo recordar la





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