Page 20 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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—Y toda la noche me quedo en el centro de la habitación, tan inmóvil

               como una estatua, excepto para girarme lentamente, cuando el crujido de la
               hierba  indica  el  recorrido  del  demonio  alrededor  de  la  casa.  Siempre
               mantengo los ojos en la dirección del sonido siniestro y suave. A veces cesa
               un instante, o durante varios minutos, y luego me pongo en pie respirando

               dificultosamente,  pues  tengo  la  horrible  obsesión  de  que  la  serpiente  de
               alguna forma ha conseguido entrar en el bungalow, y me sobresalto y me giro
               hacia uno y otro lado, temeroso de hacer un ruido, aunque siempre tengo la
               sensación de que la criatura está a mis espaldas, no sé por qué. Entonces los

               sonidos vuelven a empezar y me quedo paralizado, inmóvil.
                    »Este  es  el  único  momento  en  que  mi  conciencia,  que  me  guía  en  la
               vigilia, consigue de alguna forma desgarrar el velo de los sueños. En el sueño
               no  soy  consciente  en  modo  alguno  de  que  sea  un  sueño,  pero,  en  cierta

               manera distanciada, mi otra mente reconoce ciertos hechos y se los transmite
               a  mi…  llamémosle  “ego”  dormido.  Es  decir,  mi  personalidad  durante  un
               instante es verdaderamente dual y separada hasta cierto punto, igual que la
               derecha  y  la  izquierda  están  separadas,  aunque  forman  parte  de  la  misma

               entidad. Mi mente soñadora no tiene conciencia de mi mente superior; por el
               momento  la  otra  mente  está  subordinada  y  la  mente  subconsciente  tiene  el
               control absoluto, hasta tal punto que ni siquiera reconoce la existencia de la
               otra. Pero la mente consciente, ahora dormida, es consciente de difusas ondas

               de pensamiento que emanan de la mente soñadora. Comprendo que no dejo
               esto  completamente  claro,  pero  el  hecho  es  que  sé  que  mi  mente,  tanto
               consciente  como  inconsciente,  está  al  borde  de  la  perdición.  Mi  terrible
               obsesión, mientras permanezco en mi sueño, es que la serpiente se erguirá y

               me mirará a través de la ventana. Y sé, en mi sueño, que si esto ocurre me
               volveré loco. Y es tan viva la impresión que percibe mi conciencia, que ahora
               es la mente dormida, que las ondas de pensamiento agitan los oscuros mares
               del sueño, y de alguna forma puedo sentir mi cordura tambalearse igual que

               mi cordura se tambalea en mi sueño. Se bambolea y se mece adelante y atrás,
               hasta que el movimiento toma un aspecto físico y en mi sueño me balanceo de
               lado a lado. La sensación no es siempre la misma, pero les digo que si ese
               horror alguna vez levanta su espantosa forma y me mira impúdicamente, si

               alguna  vez  contemplo  la  criatura  temible  de  mi  sueño,  me  volveré
               completamente loco, loco furioso.
                    Hubo un movimiento de inquietud entre los demás.
                    —¡Dios!  ¡Pero  qué  perspectiva!  —murmuró—.  ¡Estar  loco  y  soñar

               eternamente  el  mismo  sueño,  día  y  noche!  Pero  el  caso  es  que  sigo  allí,  y




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