Page 295 - Fantasmas
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Joe HiLL
—Muy pronto. ¿Por qué no practicas haciendo de zom-
bi? Vamos, ponte a dar unos saltos.
Bobby y Harriet se sentaron otra vez en el borde de la
fuente. Las manos de ella eran como pequeños puños huesu-
dos sobre sus muslos. Tenía la vista fija en su regazo y sus ojos
Inexpresivos parecían mirar en su interior. De nuevo tenía los
dedos de un pie apoyados sobre los del otro.
Bobby habló primero. Alguno de los dos tenía que decir
algo.
—¡No me puedo creer que estés casada, y con un niño!
—dijo en el mismo tono de alegre asombro que reservaba pa-
ra los amigos que acababan de decirle que habían conseguido
un papel para el que él también se había presentado—. Me en-
canta tu hijo, es guapísimo, aunque ¿quién podría resistirse a
un niño que parece medio putrefacto?
Harriet pareció salir de su ensimismamiento y le sonrió,
casi con timidez. Bobby continuó hablando:
—Y ya puedes empezar a contármelo todo sobre el tal
Dean.
—Vendrá más tarde, para llevarnos a comer. Deberías ve-
nir con nosotros.
—¡Sería estupendo! —exclamó Bobby mientras decidía
interiormente que debía rebajar su entusiasmo un tono.
—Puede ser un poco tímido cuando acaba de conocer a
alguien, así que no esperes demasiado.
Bobby agitó una mano en el aire:
—¡Bah! Seguro que lo pasamos bien. Siempre me ha in-
teresado el negocio de la madera... y del aglomerado.
Esto era un tanto arriesgado, hacer chistes sobre un ma-
rido al que ni siquiera conocía. Pero Harriet sonrió y dijo:
—Es tu oportunidad para aprender todo lo que siempre
has querido saber sobre tablones estándar y no te atrevías a pre-
guntar.
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