Page 296 - Fantasmas
P. 296

FANTASMAS


               Y por un  momento  ambos  sonrieron,  un poco tontamente
         y con  las rodillas  casi juntas. En realidad, nunca  habían  sido ca-
         paces  de mantener  una  verdadera  conversación,  ya que  casi
         siempre que estaban juntos era  en  escena,  cada uno  concentra-
         do en  utilizar  lo último  que  hubiera  dicha el otro  para  hacer
         un  chiste.  Al menos  en  eso  no  habían  cambiado.
               —Madre  mía.  No  me  puedo creer  que  nos  hayamos  en-
         contrado  aquí —dijo Harriet—.  Me he preguntado  muchas  ve-
         ces  qué habría  sido de ti. He pensado  mucho  en  ti.
               —¿En serio?
               —Me  imaginaba  que a estas  alturas  ya serías  famoso.
               —Lo  mismo  te digo —dijo Bobby guiñándole  un  ojo, e
         inmediatamente  deseando  no  haberlo  hecho.  Había  sido  un
         gesto  falso  y no  quería ser  falso  con  ella.  Así que  se  apresuró
         a contestar  a una  pregunta  que  Harriet  ni siquiera  había  for-
         mulado—.  Aún  me  estoy  aclimatando,  llevo  aquí tres  meses,
         viviendo  con  mis padres por un  tiempo. Digamos  que readap-
         tándome  a Monroeville.
               Harriet  asintió  mirándolo  fijamente,  con  una  expresión
         seria que le hizo  sentirse  incómodo.
               —¿Y qué tal?
               —Me  gano  la vida —mintió  Bobby.


               Entre  toma  y toma,  Bobby, Harriet  y el pequeño  Bob  se

         entretuvieron  inventando  historias  sobre sus  supuestas  muertes.
               —Yo  trabajaba  de cómico  en  Nueva  York —dijo Bobby
         llevándose  la mano a la herida  de la cabeza—.  Y una  de las ve-
         ces  que me  subí al escenario  ocurrió  algo trágico.
               —Sí —dijo Harriet—.  Que actuaste.
               —Algo que no  había  ocurrido  nunca  antes.
               —¿Qué?  ¿La gente  se  rio?
               —Estuve  tan  genial como  siempre y el público  se  retor-
         cía de risa.



                                       294
   291   292   293   294   295   296   297   298   299   300   301