Page 62 - Ominosus: una recopilación lovecraftiana
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—Dios bendito, te la estabas tirando, por el amor de Dios, y aquí estás,

               diciéndome que no tenías ni idea de lo que estaba tramando.
                    —Venga, hombre. Algo tenías que saber.
                    —Esa gente veneraba a una especie de dios pez prehistórico, eso he oído.
               Nadie se va a tragar que no lo veías venir.

                    —La gente tiene derecho a saber. Aún crees en eso, ¿no?
                    «No  hay  muchas  respuestas  sobre  el  suicidio  en  masa  de  la  secta  de
               California,  pero  los  investigadores  están  hallando  pistas  sobre  las  muertes
               examinando las páginas de internet que mantenían los miembros del culto. Lo

               que  están  descubriendo  es  un  lado  desconcertante  y  oscuro  de  internet,  un
               lugar  donde  se  comparten  y  se  dan  a  conocer  las  ideas  y  creencias  más
               estrafalarias. La policía asegura que ha recopilado una cantidad considerable
               de información sobre el trasfondo del grupo, conocido como la Puerta Abierta

               de  la  Noche,  pero  que  pueden  pasar  muchas  semanas  antes  de  que  se
               comprenda su verdadera naturaleza» (CNN.com).
                    Y  mis  torpes  manos  se  mueven  dubitativamente  por  sus  hombros
               desnudos,  las  puntas  de  mis  dedos  rozan  el  caos  de  tejido  cicatrizal  y  ella

               sonríe para mí.
                    De  rodillas  en  un  callejón,  la  cabeza  me  da  vueltas  y  el  aire  nocturno
               apesta a vómito y agua salada.
                    —Está bien, pues la primera vez que oí hablar de todo esto fue por una

               mujer a la que entrevisté y que conocía a la familia —dice el hombre vestido
               con una camiseta de Radiohead. Estamos sentados en el patio de un bar en
               Pacific Grove y el sol arde y refulge con luz blanca al otro lado de la bahía.
               Su  nombre  no  es  importante  y  tampoco  lo  es  el  nombre  del  bar.  Es  un

               estudiante de Los Ángeles que escribe un libro sobre la Puerta Abierta de la
               Noche  y  que  consiguió  mi  dirección  de  correo  electrónico  a  través  de  un
               contacto  de  Nueva  York.  Tiene  los  dientes  torcidos  y  sonríe  demasiado—.
               Esto  pasó  en  el  setenta  y  seis,  un  año  antes  de  que  la  madre  de  Jacova

               muriera. Su padre les llevaba a la playa en Moss Landing dos o tres veces
               todos los veranos. Él solía ir allí a escribir. El caso es que por lo visto la chica
               era una gran nadadora, nadaba  como pez en el  agua, pero su madre  nunca
               dejaba  que  se  alejase  mucho  porque  las  corrientes  son  rápidas  en  aquella

               playa. Mucha gente se ahoga allí, surferos y tal.
                    Se detiene y le da un par de tragos a la cerveza, después se limpia el sudor
               de la frente.
                    —Un día, cuando su madre no mira, Jacova se aleja demasiado y se ve

               arrastrada. Para cuando los socorristas la devuelven a la playa ha dejado de




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