Page 107 - Abrázame Fuerte
P. 107

Silvia ve como el chico se quita el casco azul metálico, y a ella le parece
      estar viendo un anuncio de colonia: todo sucede a cámara lenta, Bea se acerca al
      muchacho y le da un beso.
        —Os conocéis, ¿verdad? —pregunta Bea volviéndose hacia sus amigas y con
      una sonrisa de oreja a oreja, radiante de felicidad.
        « Nos conocemos más de lo que crees…» , piensa Silvia, triste. En el fondo,
      se siente mal por chatear con él a escondidas de su amiga.
        —Pues claro… Hola, Sergio.
        Éste sonríe y mira a Silvia, que no sabe dónde meterse. Bea le coge su casco
      de repuesto, se lo pone y se sube a la moto. Sergio hace ademán de decirle algo a
      Silvia, pero Bea, en su minuto de gloria, le da a la moto un toquecito con el pie y
      dice:
        —¡Arranca el caballo! ¡La carretera es nuestra!
        Sergio, motivado por su comentario, se pone el casco, enciende la moto y
      arranca con furia.
        Las dos Princess ven cómo se ponen en marcha. Bea abraza con fuerza a su
      novio… ¡Parecen la pareja perfecta! Si durante estos días Silvia había sentido
      celos, ahora le asalta una rabia desbordante.
        —Pues no me ha gustado…
        —¿El qué? —pregunta Ana, volviéndose hacia ella.
        —Pues todo.
        —Oye, como no seas más clara, yo no…
        Silvia explota.
        —¡Pues esto! ¡Bea haciéndose la chula con un tío a quien ha conocido por
      Internet! Además, estoy segura de que su moto le gusta más que él.
        —No seas así… Tienes razón, ha sido un pelín fanfarrona, pero…
        —¿Sabes? Empiezo a estar algo cansada de todo… Quiero decir…, su enfado
      conmigo, este fin de semana lo tuyo con mi hermano…, que parece tonto… Y
      después, que Estela venga a rayarme con sus movidas, y luego hace novillos y
      chao, ya  puede  una  preocuparse  por ella,  que  le  da igual,  no  dice  ni  mu…  Y
      mientras tú y yo esperando a que nos pase algo… ¡Siempre esperando a que nos
      pase algo!
        Ana mira a su amiga y le da un fuerte abrazo. No entiende exactamente esa
      explosión de Silvia, pero intenta infundirle ánimos. De pronto, Silvia se deshace
      del  abrazo  para  abrir  su  mochila,  sacar  un  folio  en  blanco  de  una  carpeta  y
      escribir con furia en él.
        —Pero ¿qué haces? —Ana está intrigada.
        —Espera… —Silvia continúa escribiendo algo que, por sus movimientos de
      muñeca, parece grande. Cuando acaba, guarda de nuevo la carpeta y se coloca
      otra vez la mochila. Decidida, levanta el folio con las dos manos.
        —¿Qué has escri…? —Ana alucina cuando lo lee:
   102   103   104   105   106   107   108   109   110   111   112