Page 110 - Abrázame Fuerte
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Silvia monta a toda prisa un grupo en WhatsApp y, en cuestión de segundos,
      todas están citadas en el bar.
        Silvia
        En línea
        La 1a que llegue, k pille sitio en la terraza

      Unos instantes después, en el Milano
      Estela,  que  siempre  es  la  más  rápida  de  todas,  ya  ha  escogido  una  mesa  y
      dispuesto sillas para todos. Sólo tiene un pequeño problema. Justo a dos mesas de
      distancia se encuentran David y Nerea, con otros amigos de la universidad. El
      bar está a tope, y es imposible encontrar un sitio más lejano. Conclusión: aquí nos
      quedamos.
        Las chicas van llegando. Bea, con un casco de moto que le va enorme. Ahora
      lo lleva a todos lados, porque nunca se sabe cuándo puede aparecer su príncipe
      azul a recogerla. Ana, con su libretita, se sienta de espaldas a la mesa de David
      para no verlo, y Silvia y Marcos llegan riendo y hablando de sus cosas mientras
      Estela se dice: « Qué rollo más raro se llevan esos dos» .
        —¿Una  RPU  exterior?  ¡Me  encanta!  —Estela  se  dirige  a  Silvia  sin  mirar
      apenas a Marcos.
        —¿RPU? —se sorprende el chico.
        —Sí,  « Reunión  de  Princess  Urgente» .  Si  quieres  unirte  al  grupo…  Un
      príncipe  nunca  está  de  más.  Aunque,  ya  te  aviso,  el  baño  de  aquí  huele
      demasiado  mal  como  para  esconderse  mucho  rato  —le  responde  Estela
      guiñándole  el  ojo,  como  de  costumbre.  Lo  ha  dicho  como  un  comentario
      gracioso,  medio  en  broma,  pero  en  realidad  le  quería  decir:  « A  mí  no  me  la
      cuela nadie» .
        —Me  gustan  los  baños  —se  desentiende  Marcos—.  Las  paredes  y  puertas
      suelen estar llenas de poemas.
        « Vaya… Parece que no se ha dado por aludido» , piensa Estela.
        —¿Nos sentamos? —dice Silvia.
        —Sí —responde Estela. Mira a la mesa de David y le dice a Ana—: No te
      vuelvas, pero David no te quita la vista de encima. Te está mirando todo el rato.
        —Sí, a mí, seguro… —contesta Ana incrédula, poniendo los ojos en blanco.
        —Pues sí que mira, sí… —afirma Silvia—. El muy cretino… No me gusta
      hablar así de mi hermano, pero es que llevamos unos días de bronca, día sí, y día
      también.
        De  repente,  Nerea,  que  se  ha  levantado  de  la  mesa  contigua  y  en  dos
      zancadas se planta delante de ellos, interrumpe la conversación. Hace un repaso
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