Page 126 - Abrázame Fuerte
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Ana intenta pasar por en medio de las dos mesas y, sin querer, tira con la
      mochila  una  de  las  cervezas  encima  de  Nerea.  Al  darse  cuenta,  se  pone  tan
      nerviosa que se vuelve, pierde el equilibrio y se cae… ¡encima de David!
        —¡Pero niña! ¿Qué haces? —la increpa Nerea.
        —Lo  siento,  yo…  —dice  aturullada,  sin  poder  levantarse.  Se  muere  de
      vergüenza. El bar está tan lleno que parece cosa del destino, y Ana está encajada
      entre David y la silla. No se puede mover, y Nerea está fuera de sí.
        —¡Este jersey era nuevo! ¡Lo has hecho adrede, mosquita muerta! —chilla,
      al  tiempo  que  arranca  todas  las  servilletas  del  servilletero  e  intenta  secarse  el
      jersey.
        —¡Oye,  no  te  pases!  Mi  amiga  no  haría  nunca  eso  adrede  —la  defiende
      Estela.
        —No, tu amiga sólo manda mensajitos tontos a los novios de los demás —
      suelta Nerea, sin darse cuenta de que estas palabras la acaban de delatar.
        David se levanta de golpe, lo que obliga a Ana a levantarse también.
        —¿De qué mensajes hablas? Yo no he recibido ningún mensaje de Ana.
        —¿Cómo que no? —pregunta ésta desconcertada.
        Entonces David recuerda el día en que se le borró un mensaje de Ana.
        —Bueno, recibí uno y lo borré por error, pero sólo fue uno. ¿Me mandaste
      más?
        Ana mira al chico acongojada.
        —¿Qué decía? —pregunta él. Mira a Ana e insiste—: En serio, Ana. No he
      recibido ningún otro mensaje tuyo.
        Ana tiene lágrimas en los ojos.
        —¿Qué  pasa  aquí?  ¿Me  lo  puede  explicar  alguien?  Porque  yo  no  entiendo
      nada y…, y… —La chica solloza.
        —¿Lo  ves?  Una  niña,  mira  cómo  se  pone  por  una  tontería.  Déjalo  ya,
      vámonos. ¿Cómo puedes estar pendiente de esta « tontalaba» ?
        Silvia la acusa con el dedo y exclama:
        —¡Lo sabía!
        Nerea mira temerosa a la hermana del chico que le gusta.
        —No sé de qué estás hablando —intenta excusarse.
        —A ver si esto te refresca la memoria —le dice Ana, fuera de sí. No puede
      creer que Nerea, por mucho que compita con ella por el amor de David, haya
      sido capaz de hacerle tanto daño. Saca el móvil del bolsillo y lee—: Déjame en
      paz, niñata tontalaba.
        —No sé de qué me hablas —insiste Nerea.
        —Basta, Nerea. Estás haciendo el ridículo.
        David está muy serio. No se lo va a perdonar nunca.
        « Qué miedo, me recuerda a papá» , piensa Silvia.
        —Márchate —prosigue el chico apenado, con voz de hielo—. Es lo mejor que
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