Page 122 - Abrázame Fuerte
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La verdad es que Ana me gusta… Me gusta mucho…
        —Ya…, y yo lo sabía desde el día en que vino a casa por primera vez, y tú te
      sonrojaste…  Pero  llevas  un  montón  de  días  haciendo  el  tonto,  y  no  entiendo
      algunas de las cosas que has hecho.
        —¿Lo sabías? —la interrumpe. Luego hace una breve pausa en la que mira a
      su hermana—. Y si lo sabías, ¿por qué no me dijiste nada?
        —No soy tu celestina, David. Además, a ella también le… —Silvia no está
      segura de si debe revelar el secreto de su amiga.
        —Creo  que  sé  lo  que  me  vas  a  decir…  Un  día  de  fiesta  me  besó…,  pero
      como iba borracha pensé que quizá…, en realidad… no… —David no sabe muy
      bien  cómo  expresarse;  sabe  que  su  hermana  probablemente  esté  al  corriente,
      pero necesitaba contárselo.
        —Ya… No te enfades conmigo, ¿eh?, pero… ¿Sabes cómo está Ana? ¿No has
      leído su blog?
        David  se  sorprende.  No  sabía  que  Ana  escribiera  un  blog.  Su  hermana  lo
      mira, piensa. ¿Debe preguntárselo y así salir de dudas? Sí, ya que él ha sacado el
      tema al preguntarle por Ana, y puesto que están hablando con total sinceridad, lo
      mejor será que ambos lleguen al meollo del asunto.
        —¿Por  qué  no  le  respondiste  los  mensajes?  —Silvia  hace  la  pregunta
      definitiva.
        —¿Qué mensajes? —reacciona su hermano.
        —David… ¿Eres tonto o sólo lo pareces? —Silvia se pone a la defensiva.
        —¡No, en serio! —David se levanta de la cama y saca su teléfono del bolsillo
      —. Sé que soy algo desastre con el teléfono…, y que a veces no lo cojo…, que se
      me olvida llamar a la gente… ¡Pero siempre respondo los SMS!
        —Pues no lo entiendo. Ana te ha enviado varios mensajes… Yo los he visto, y
      los he leído, ¡Ana me los ha enseñado!… ¿Tienes amnesia, o qué te pasa?
        ¿Es capaz su hermano de mentirle de esa manera?
      Más tarde, en casa de Estela
      Estela llama a Leo. Necesita llamarlo, conversar… Estela quiere mimos. Pero,
      para variar, Leo no responde al teléfono. En su lugar, le atiende el contestador:
        Hola, soy Leo. Si escuchas esto es que estoy, pero no estoy. ¿Dónde estoy?
      Cuando escuches la señal, déjame un mensaje y, si no tienes prisa, escríbelo en
      una botella y tíralo al mar. Créeme, me va a llegar igual.
        ¡¡¡Piiii!!!
        Estela no dice nada, y cuelga. Se agobia mucho, y más, después de haber
      tenido una tarde tan divertida con sus amigas y Marcos. Marcos… ¡Marcos! No
      se puede quitar de la cabeza la canción de Marcos…
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