Page 268 - Abrázame Fuerte
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la nota algo tensa.
        —Bea, ¿todo bien? —pregunta.
        Su amiga aprieta los labios. Parece enfadada. Silvia traga saliva.
        —Bueno… Me siento algo rara… Sergio ha venido a la fiesta —se explica,
      esperando que las chicas la entiendan.
        —Pues claro que ha venido —responde Ana, sin comprender lo que quiere
      decir Bea.
        —Ya. Pero es que aún no nos hemos saludado —confiesa la otra.
        —¿Cómo? —pregunta Ana atónita.
        Silvia, que sigue la conversación, confirma entonces que lo que le ha contado
      el chico es verdad: parece que las cosas no marchan nada bien entre la pareja.
        —Lo que oyes. Sergio y yo llevamos una semana sin hablarnos. No os dije
      nada porque creí que era una tontería…
        Silvia prefiere no decir nada. Si se hiciera la sorprendida, estaría mintiendo a
      su amiga. Y ya se siente lo suficientemente mal por ocultarle que Sergio se le ha
      declarado y que a ella, aunque le haya rechazado, ¡en realidad él le gusta!
        —Bea, ¡nos lo tendrías que haber contado! ¡Sabes que siempre podrás contar
      con nosotras! —exclama Ana, y acaricia la mano de su amiga.
        —Lo sé. Pero, chicas… ¿Os puedo confesar algo? —Bea hace una pequeña
      pausa.  Sus  amigas  la  escuchan  con  atención.  Silvia  se  teme  lo  peor.  Algo  así
      como: « He descubierto que a él le gusta otra y, cuando me entere de quién es, la
      mato» —. Creo que Sergio ya no me gusta. No estoy enamorada de él. Durante
      toda esta semana en que no nos hemos llamado, no me ha importado en absoluto.
      ¿No creéis que si estuviese enamorada de él estaría dolida, al menos? De alguna
      forma, siento que él ya no me desea. ¿Y cómo voy a querer a alguien que no me
      desea?
        La confesión de Bea deja boquiabiertas a las dos chicas. Qué gran verdad ha
      dicho. Esperamos que la pareja de nuestros sueños sea guapa, alegre, divertida,
      inteligente…, pero a veces nos olvidamos de lo más importante: que nos quiera y
      nos desee. Sin eso, nada tiene sentido.
        Bea se ha liberado por fin de algo que le quemaba por dentro y que luchaba
      por expresar. En ese momento le gustaría poder volver al parque para sentarse en
      el banco de las Princess y contarles con detalle todo lo que le ha pasado y lo que
      ha  sentido  esta  semana,  pero  como  sabe  que  el  programa  está  a  punto  de
      empezar y que deben estar pendientes de la actuación de Estela, les habla deprisa
      para  ponerlas  rápidamente  en  situación.  Ana  no  se  lo  esperaba,  y  Silvia…
      tampoco.
        —Sergio es un buen chico, lo sé, pero tenemos gustos muy diferentes. Y hoy
      ha venido a la fiesta y…
        —En realidad, la ha organizado él —comenta Ana.
        —¿En serio? —dice Bea resoplando—. No entiendo nada. No sé si es que me
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