Page 264 - Abrázame Fuerte
P. 264
—Nada… Bueno, sí… ¿Te acuerdas del día en que nos conocimos? —Ella
asiente—. Pues desde ese día que no he dejado de pensar en ti.
Silvia no dice nada. Los dos se quedan en silencio.
—¿No dices nada? —pregunta el chico.
—¿Qué esperas? —Silvia se muestra tensa—. ¿Quieres que me arroje a tus
brazos?
Sergio no sabe qué decir, respira hondo y prosigue.
—Vale… De acuerdo… Tampoco es eso… —se excusa. Busca las palabras
precisas en su interior—. Mira… Te voy a ser sincero… —Se nota que el chico
está haciendo un gran esfuerzo—. Siempre se me ha dado muy mal ligar y esas
cosas. Conocí a Bea por el Messenger, porque me cuesta un montón entrarles a
las chicas. Soy muy tímido, aunque no lo parezca. Me pongo nervioso, no sé qué
decir, hablo por hablar… —Silvia se siente reflejada en lo que dice Sergio—. El
día en que te conocí pensaba que eras Bea… y, cuando me dijiste que no lo eras,
me relajé… y bueno…, me gustaste desde entonces.
Silvia no se lo puede creer. ¿Sergio se le está declarando en la fiesta de Bea?
La chica se toquetea el cabello nerviosa. Eso sí que no se lo esperaba. ¡A ella
también le gusta Sergio desde el primer día! Y ahora no sabe cómo encajar esa
declaración. El chico la mira con sus ojos brillantes. Silvia le devuelve la mirada.
Sergio acerca su cara lentamente. Silvia está muy nerviosa. Es como si estuviese
viendo la luna y, de pronto, el astro se acercara para besarla. Cuando está a pocos
centímetros, Silvia da un paso atrás.
—Así no, Sergio; Bea es mi amiga. Está justo ahí, en el Piccolino, y esto está
mal.
El chico mira el suelo.
—Silvia, Bea y yo no estamos… digamos… que muy bien. Lo de mi
accidente me ha hecho ver que, en realidad, ella no es para mí.
—Entonces ¿por qué estás con ella? —pregunta la chica, desafiante.
—No quería cortar con ella antes de su cumpleaños. También pensé que quizá
esta fiesta lo arreglaba todo. Qué tontería, ¿verdad? De hecho, hace una semana
que no nos hablamos. ¿No te has dado cuenta? Soy el único de la fiesta a quien no
ha saludado.
Silvia suspira. Siente que el tiempo de conversación se está agotando, porque
seguro que sus amigas en el bar la echan ya de menos.
—Creo que… ahora no es momento de hablar de esto. Te agradezco tu
sinceridad, pero yo así no puedo… —La chica mira hacia el bar—…, y debo
volver dentro, con mis amigas.
Silvia está segura. Hace lo correcto. Puede parecer paradójico. La chica
lleva mucho tiempo esperando el gran beso y, ahora que tiene la oportunidad, y
con el chico de sus sueños, la deja escapar. De alguna manera, está siendo fiel a
sus principios. Un día se dijo que no sacrificaría jamás el amor por la amistad