Page 227 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Ninguna  casa  santa,  ninguna  morada  de  los  dioses  todavía  no
   había  sido  edificada  en  su  lugar  santo.  Ninguna  caña  había  salido
   de  la  tierra, ningún  árbol  había  sido  creado. Ningún  ladrillo  había
   sido  colocado, ningún molde de ladrillos había sido fabricado. Nin­
   guna  casa  había  sido  construida, ninguna  ciudad  había  sido  funda­
   da.  Ninguna  aglomeración  humana  existía  todavía,  ningunos  ape­
   ros  habían  sido  fabricados.
     Nippur no  estaba edificada: el  Ekur — la  «Casa  montaña»—  no
   había sido construido. Uruk no estaba edificada: el Eanna — la «Casa
   del  cielo»—   no  había  sido  construido.  El Apsu,  esto  es, el  abismo
   primordial, no  estaba  hecho:  el  templo  Eridu  no  había  sido  cons­
   truido. En  resumen:  de  ninguna  casa  santa,  de  ninguna  morada  de
   los dioses se había preparado el lugar de su emplazamiento. ¡La tota­
   lidad  de  los  territorios  no  era  más  que  mar!
     Mientras  que  el  contenido  de  este  mar  no  formaba  más  que
   una  fosa,  fue  entonces  cuando  fue  edificado  el  templo  Eridu,  y
   después  el  Esagila: el  templo  Eridu  lo  fundó  Lugaldukuga, que  así
   era llamado  Ea, en  el  seno  del Apsu. Después  de  aquello  Babilonia
   fue  edificada, y  el  Esagila  fue  allí  acabado.
     Marduk  entonces  dispuso  a  los  dioses,  a  los Anunnaki  que  él
   creó,  en  dos  partes  iguales. Y   acordaron  para  Babilonia  el  destino
   sublime  de  ciudad  santa, morada  agradable  a  su  corazón.
     Marduk  en  la  superficie  de  las  aguas  ensambló  un  cañizo,  creó
   el polvo y  con  el  cañizo lo  mezcló. E  hizo  un  terraplén junto  a la
   orilla  del  mar.  Después,  para  dejar  ociosos  a  los  dioses  en  aquella
   morada  agradable  a  su  corazón,  creó  la  humanidad. La  diosa Aru-
  . ru  creó  con  él la simiente  de  los  hombres. Él  creó  sobre  la  estepa
   el  ganado  de  Shakkan, dotado  de  vida,  creó  y  puso  en  su  lugar  el
   Tigris  y  el  Eufrates,  a  los  que  dio  un  destino  adecuado.  Creó  las
   cañas  secas  y  las  cañas  tiernas, los  marjales, el  cañaveral y los  sotos.
   Creó  la  vegetación  de  la  estepa  y  los  sembrados, porque  todos  los
   territorios  no  eran  más  que  ciénagas  y  cañaverales, bosquecillos  y
   sotos. Tras  ello  creó  las  vacas,  sus  crías,  y  los  toros; las  ovejas,  sus
   crías y los  corderos. También los  carneros  salvajes y las  cabras mon-
   tesas  fueron puestos  a  disposición  de  los  hombres.


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