Page 230 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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— ¡Oh dioses! ¿Quién de entre vosotros dará muerte a Anzu y
adquirirá así la gloria más grande?
Ellos respondieron, señalando con el dedo:
— ¡Adad, el irrigador, el señor de las aguas violentas, el hijo de
Anu! ¡Ése será capaz!
Anu se dirigió, pues, a aquél:
— ¡Adad! ¡No declines este combate! Vete a destruir a Anzu con
tus armas. Serás, por ello, famoso entre los grandes dioses, inigual
entre los dioses, tus hermanos. Adquirirás, ante los demás dioses, glo
ria y omnipotencia.
Pero el irrigador le respondió:
— Padre mío, hacia esa montaña inaccesible, ¿quién se apresura
rá? ¿Qué dios, entre tus hijos, es comparable a Anzu? El se ha apro
piado de la Tablilla de los Destinos; ha confiscado el principio de
soberanía al dios Enlil y luego se ha ido volando a ocupar su pues
to en la montaña. En adelante su palabra vale como la del divino
Duranki. ¡Aquél a quien él maldiga está abocado a la nada!
Ante aquellas palabras los dioses tuvieron miedo y Anu dio orden
de no tratar más la cuestión.
Pero los Igigi dieron el nombre de un segundo campeón.
— ¡Girru! — gritaron, señalándole— . ¡El hijo de Annunit! ¡Ése
será capaz!
Anu, se dirigió pues a éste y, con idénticas palabras, le pidió qué
fuese a destruir a Anzu, indicándole que por aquella acción se haría
famoso entre los grandes dioses. Sin embargo, Girru, también con
las mismas palabras que había utilizado Adad, el irrigador, rehusó
acudir a tan desigual combate.
Ante aquella negativa, los Igigi volvieron a proponer un tercer
campeón. Con voz en grito, dijeron:
— ¡Shara, el muy querido por Ishtar, será capaz de destruir a,
Anzu! Pero Shara, al igual que habían hecho Adad y Girru, decli
nó el ir a luchar contra aquel poderoso enemigo.
Tras aquellas negativas, los dioses se dispersaron, nerviosos. Sin
embargo, vuelta la calma, después de unos momentos de angustia,
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