Page 342 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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miento  con  el monstruo,  aunque  es de suponer que  lo  derrotaría  y que
          el  dios sería  ensalzado  entre sus  hermanos.



                     LOS  SIETE  U T U K K U   M ALIGNOS


          Una  tablilla  bilingüe  sumero-acadia  de  época  babilonia,  de  unas  ISO
          líneas, y que formaba parte de  una  «Serie  mágica»  de contenido  ritua­
          lista,  incorpora  la  leyenda  de siete  malvados  demonios, responsables  de
          los  eclipses  lunares y  de  determinadas  enfermedades.


          ¡Ellos son violentas tormentas, utukku, dioses malignos!  ¡Son espí­
       ritus  sin  piedad,  que  nacieron  en  la  bóveda  celeste!  ¡Son  agentes
       de desgracias!  ¡Son agentes del mal, que diariamente, no piensan más
       que  en  el  mal  y  avanzan  para  cometer  muertes!  De  entre  los  sie­
       te, el primero  es  el desecador Viento del  Sur, el segundo  es un dra­
       gón  con  sus  fauces  ampliamente  abiertas,  el  tercero  es  un  leopar­
       do, colérico  como  una fiera a la que se le ha raptado sus pequeños,
       el  cuarto  es  una serpiente  aterradora, descomunal  en  su  tamaño, el
       quinto es un león pleno de rabia, a quien no se le puede hacer recu­
       lar,  el  sexto  es  un  morueco  enhiesto  que  incluso  acomete  al  dios
       y al rey, el séptimo es una tormenta, un viento malvado, que no per­
       dona a  nadie.


         Todos  los  siete  son  los  enviados  del  dios  del  cielo Anu,  el rey.
       Son los  que, ciudad  tras  ciudad, causan  la  oscuridad, son  la  tromba
       que, iracunda, avanza por los  cielos, son las  densas  nubes  que  cau­
       san  la  oscuridad  en  el  cielo, son  el  soplo  de  los  vientos  impetuo­
       sos  que  causan  las  tinieblas  en  días  luminosos, son los  que  golpean
       de  aquí  para  allá  con  el  Imhullu, el  viento  maligno, son  la  inunda­
       ción de Adad, el dios del  tiempo, y sus fuertes  turbulencias, son los
       que  marchan  a la  diestra  de Adad y  que  en  la base  del  cielo, como
       el  relámpago,  fulguran  por  todas  partes.  Están  siempre  avanzando
      para  cometer  muertes.  En  los  amplios  cielos  de Anu,  el  rey,  están
      ellos. Allí  están  malignamente  y  no  tienen  iguales.


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