Page 340 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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sus  fauces  medían  6  codos,  su  lengua  12. También  la  longitud  de
      sus  lóbulos  era de  12  codos. A 60  codos  de distancia atrapaba a los
      pájaros  con  su  lengua, atraía  9  codos  de  agua  con  sólo  moverse, si
      levantaba  su  cola  hasta  una  altura  enorme,  se  producía  una  reac­
      ción  de  miedo.


         Sea  como  fuere,  todos  los  dioses  del  cielo  quedaron  también
      aterrorizados  a la  vista  del  monstruo. Por  ello  se  arrodillaron  en  el
      cielo  ante  el  dios  Ea, señor del  saber. Apresuradamente  Sin, el  dios
      luna, le  agarró  por  el  borde  de  su  vestido, ai  tiempo  que,  rodeado,
      fue  interpelado  por los  dioses:
        — ¿Quién  irá  a  matar  al  Labbu?  ¿Quién  salvará la  vasta  tierra y
      asumirá  la  monarquía  en  ella?
        El  dios  Ea, por  toda  respuesta, le  dijo  al  dios Tishpak:
        — ¡Ve, Tishpak,  mata  al  Labbu,  salva  la  vasta  tierra  y  asume  la
      monarquía!
        — Me  envías  a  mí, señor,  a  matar la  progenitura  del  Río.  Pero,
      ¡desconozco  las  costumbres  del  Labbu!  ¡No  sé  cómo  se  comporta
      en  el  agua!

        El  resto  del  anverso  de  la  tablilla  está perdido.


        Ea  se  preparó  para  hablar y  le  dijo  al  dios Tishpak:
        — Haz precipitar sobre  él  a las nubes  de lluvia. Levanta sobre el­
     la Tempestad,  propiciada  por  el Viento  del  Sur,  luego  mantén  e£
     cilindro-sello  de  tu  cuello, tu  talismán, ante  ti. Después, lánzaselo^
     mata  así  al  Labbu.                                       __
        Tal  como  le  había  indicado  Sin, Tishpak  precipitó  sobre  él"
     a  las  nubes  de  lluvia  y  levantó  la Tempestad,  mantuvo  el  cilin­
     dro-sello  de  su  cuello  ante  su  rostro, luego  se  lo  lanzó  y  mató:
     al  Labbu.
        Durante  tres  años, tres  meses, un  día  y  una noche  fluyó  la  san­
     gre  del  Labbu.


        El  reverso  de  la  tablilla  también  está perdido.


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