Page 336 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
P. 336

— Te  doy  una lanza y  un  alfiler. Tócalos  con  la lanza, pínchalos
       con  el alfiler. Si sale  sangre  son hombres  como  nosotros, si  no  sale,
       entonces son genios, ángeles de la muerte, demonios y diablos malé­
       ficos, creados  por Enlil.
          El  oficial  regresó  para  hacerme  su  informe:
          — Los  he  tocado  con  la  lanza,  los  he  pinchado  con  el  alfiler  y
       ha  salido  sangre.
          —Entonces yo  llamé a  los  adivinos y les  consulté. Consagré  un
       cordero  para  cada  uno  de  los  siete  dioses.  Preparé  las  santas  mesas
       de  ofrendas, interrogué  a  los  grandes  dioses:  Ishtar,  libaba, Zababa,
       Anunitum,  Hanish,  Shullat  y  Shamash,  el  héroe. El  aliento  y  espí­
       ritu  de  los  grandes  dioses  no  me  dejó  ir.  Hablando  conmigo  mis­
       mo  me  dije  esto:
          — «¿Qué  león  ha  consultado jamás  los  oráculos?  ¿Qué  lobo  h¿
       interrogado  alguna  vez  a  los  adivinos? Voy  a  ir,  tal  como  quiero
       como  un  ladrón.  Incluso  cogeré  la propia lanza  de  Ninurta.»


          — Cuando  llegó  el  primer  año  hice  marchar  contra  ellos  ;
        120.000  soldados: no  regresó  vivo  ninguno  de  ellos. Cuando  liege
       el  segundo  año,  envié  90.000  soldados  contra  ellos.  Cuando  liege
       el  tercer  año,  igualmente  envié  soldados:  60.700.  Ninguno  volvie
       vivo. Me  quedé  lleno  de  confusión,  de  desvarío, de  tristeza.  Sufrís
       y  sollozaba  y me  dije  así, hablando  conmigo  mismo:
          — «¿Qué he dejado como reinado? Soy un rey que no trae bie­
       nestar  a  su  país  y  un  pastor  que  no  ha  podido  salvaguardar  a  sii
       rebaño.  ¿Cómo  actuaré  para  que  pueda  proceder  con  efectivi­
       dad?»


          —Mi  orgullo y mi  desobediencia  hacia los  dioses  motivaron  que
       sobre mis súbditos sobreviniese  el  espanto, la muerte, la pestilencia, h
       disentería, el terror, el miedo, la ruina, la carestía, el hambre, el insom­
       nio.  Cayeron  sobre  ellos  todo  tipo  de  males. Por arriba, en  la  tierra,
       hubo  un  diluvio, por abajo, en  el Mundo  Inferior, un terremoto.  · :
          — El  dios  Ea,  el  señor  de  la  ciudad  de  aquella  hueste, abriendo
       su  boca  habló  así  a  los  otros  dioses, sus  hermanos:


                                  -  340  -
   331   332   333   334   335   336   337   338   339   340   341