Page 335 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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kar,  cuyo  saber  y  sus  armas  habían  capturado,  martirizado  y  des­
    truido  a  esa  hueste,  no  escribió  ni  dejó  estela  alguna,  de  manera
    que yo mismo no habiendo podido escapar al peligro, no lo he ben­
    decido.
       — Unos  guerreros  con  cuerpos  de  pájaros  de  cueva,  humanos
    con  cabeza  de  cuervo, fueron  creados  por los  grandes  dioses. En la
    región,  en  la  que  los  dioses  fundaron  la  ciudad,  fue Tiamat  quien
    los  amamantó,  después  de  que  Belet-ili  hubiese  dado  forma  a  su
    embrión. Fue en el seno de las montañas en donde ellos fueron cre­
    ciendo, en  donde  se  convirtieron  en  adultos, alcanzaron  su  talla.
       — Allí siete reyes son hermanos, resplandecientes y hermosos. Sus
    tropas  se  componen  de  360.000  hombres. Su  padre  es  el  rey Anu-
    banini;  el  nombre  de  su  madre, la  reina,  es  Melili. De  sus  herma­
    nos, el primogénito, su jefe, tiene por nombre Menandah; el segun­
    do  de los  hermanos  se  llama Midudu, el  tercero  tiene por nombre
    Kukupish, el cuarto Tartadada, el quinto se llama Baldahdah, el sex­
    to Ahubandih y  el  séptimo  Harzishakidu.

       — Cuando iban cabalgando recortados sobre las relucientes mon­
    tañas, uno  de  mis  oficiales  les  alcanzó.  Se  golpearon  sus  muslos  en
    señal  de  frustración. Al  comienzo  de  su  invasión,  cuando  alcanza­
    ron  la  ciudad  de  Burushhandar, la  región  entera  de  Burushhandar
    fue  destruida.  La  ciudad  de  Puhlu  fue  también  saqueada.  Puramu
    fue  destruida. ¿Debería yo  salir más  allá de  Nashhuhuhhu?  ¿Debe­
    ría acudir al  territorio  de los  umman-manda  cuyo  campamento  es
    Shubat-Enlil?
       Después descendieron al corazón de  Subartu. Habiendo saquea­
    do  las  tierras  marinas  llegaron  al  país  de  los  Qutu.  Habiéndolo
    saqueado  invadieron  el  Elam. Tras  saquear  el  Elam  llegaron  a  la
    vertiente del mar. Derrotaron y mataron al «pueblo  del mar». Salie­
    ron victoriosos  en Dilmun, Magan, Meluhha y  en  todas las  tierras
    que  estaban  en  medio  del  mar.  17  reyes,  con  los  90.000  hombres
    de  sus  tropas, vinieron  a  unirse  a  ellos  para  apoyarles.

       —Yo  llamé  a  mi  oficial  y le  di  estas  órdenes:


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